Este artículo se publicó hace 15 años.
Latigazos de Cristiano
El portugués rompe el partido gracias a su velocidad y endereza otra irregular sesión del Madrid
Otra vez, cuando el fútbol no le aparecía al Madrid, cuando ya había enviado 45 minutos a la basura, cuando el personal andaba mosca, los latigazos de Cristiano Ronaldo reventaron el partido. El primer gol vino de un recurso que hasta ahora había utilizado muy poco el Madrid. Con el equipo contrario cortando las líneas de pase y la defensa adelantada, Pepe lanzó un balón a la espalda de Diawara.
Una jugada ideal para un velocista. Una cruz para los porteros reacios a jugar adelantados cuando su línea defensiva da un par de pasos adelante. Cristiano se plantó ante Mandanda y le metió el balón por abajo, aprovechando el salto del meta francés, que esperaba una vaselina por el bote de la pelota.
La expectación que despierta Cristiano suele convertir cada acción positiva que ejecuta en una descarga emocional. Él se envalentona, la grada le jalea, el equipo se crece y el fútbol se juega a lo que él quiere y le conviene. La siguiente jugada al gol fue otra carrera suya que acabó con la tarascada a destiempo de Diawara: penalti y expulsión del central.
Partido finiquitadoTodo sucede a velocidad supersónica cuando Cristiano gobierna ese juego descontrolado que le va. Se maneja mejor en ese fútbol a dos porterías, que cuando su equipo es el dueño del balón y le espera atrás el contrario. Aunque eso no ha sucedido últimamente. Los tres últimos partidos del Madrid arrojan una paradoja. Formado por jugadores de primera línea mundial, ligar fútbol con el marcador a cero le cuesta horrores. Llegar al área contraria para el Madrid es un camino tan confuso como incierto.
Se pierde en toques sin sentido y exaspera al Bernabéu con un número de imprecisiones impropias de un equipo técnicamente tan cualificado. No se sabe si quiere llegar arriba tocando en corto o si está entregado definitivamente a que Kaká y Cristiano tomen la responsabilidad de chupar con el acelerador pisado a fondo.
Enfrente, lo que para el equipo de Pellegrini es un damero, el rival lo resuelve con una sencillez aplastante. Da igual que sea el Xerez, el Tenerife o el Marsella. Los mediocentros contrarios, ayer Mbia, encuentran circuitos de balón que los del Madrid no ven. Los enganches (Lucho) descubren desmarques dañinos para sus delanteros. Uno de ellos se lo sacó Casillas a Niang rodilla en tierra.
Relevancia del porteroEsa relevancia de su portero en los dos últimos partidos es una mala noticia para el Madrid. Empieza a tener la misma cuota de protagonismo que en proyectos anteriores de perfil más bajo. Ayer hizo cuatro paradas de mérito.
La cuestión es que al Madrid le zarandean y acaba pisoteando al contrario. Hay una consecuencia común a los goles que le ponen por delante en el marcador. Los rivales se derrumban y acaban por temer una tunda. Les cuesta asimilar esa realidad tan rotunda del Madrid: puede no jugar a nada, pero cuando se desmelena maltrata y es capaz de trenzar jugadas tan esplendorosas como la triple pared Kaká-Benzemá-Cristiano que supuso el tercer tanto.
Se intuía desde su llegada que a la contra el Madrid sería indomable con el marcador a favor. Pellegrini rehuyó de esa idea públicamente. Con un mes de competición, esa fórmula no aparece excelsa. La que le funciona es la de Cristiano Ronaldo. Latigazos y a correr.
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