Este artículo se publicó hace 16 años.
El Líbano se adentra en una senda incierta tras la toma de Beirut por Hizbulá
La oposición libanesa, encabezada por Hizbulá, se ha adueñado en menos de 48 horas de las calles de Beirut sin apenas resistencia, lo que ha abierto los interrogantes sobre el destino que espera al Líbano.
Las refriegas, que hasta el momento han dejado al menos 13 muertos y 32 heridos, cesaron al mediodía en la capital, después de que Hizbulá y sus aliados chiíes alcanzasen el control de todas las calles del oeste de Beirut, de mayoría musulmana.
Sin embargo, la tensión se extendió a otras zonas del país, como Armun, a las afueras de la capital, donde hubo dos muertos y dos heridos en enfrentamientos, o la ciudad septentrional de Trípoli, donde partidarios de la mayoría se manifestaron contra Hizbulá.
En Beirut, los miembros de la oposición atacaron y obligaron a evacuar los medios de comunicación de la familia de Saad Hariri, líder de la mayoría parlamentaria, como la televisión "Future" y el diario "Al Mustaqbal".
La sede antigua del canal de televisión, en el distrito de Hamra, resultó completamente calcinada por el ataque de supuestos milicianos del Partido Nacional Socialista Sirio, en la órbita de Damasco, aunque esta organización emitió un comunicado para desmentir su participación.
Asimismo, las fuerzas de la oposición pusieron cerco sobre las oficinas y los hogares de los principales dirigentes de la mayoría, que pasaron a la custodia del Ejército.
Las Fuerzas Armadas se juegan gran parte de su prestigio como única institución independiente del país, por lo que se han limitado con sumo escrúpulo a su misión de proteger los edificios y sedes gubernamentales, así como a los líderes de las facciones libanesas.
Sin embargo, los temores a que el Ejército se divida en líneas confesionales, como ya ocurrió en 1976, no han desaparecido, como tampoco el temor a una guerra civil abierta como sucedió entonces.
Las Fuerzas del 14 de Marzo, pilar del Gobierno anti-sirio de Fuad Siniora, instaron al Ejército a actuar ante lo que calificaron como "un golpe de Estado contra la legitimidad y la coexistencia".
En un comunicado leído por el líder cristiano Samir Geagea, las Fuerzas requirieron a los militares que protejan "las almas de los libaneses y sus propiedades".
La coalición anti-siria se reunió en la casa de Geagea en Beirut para barajar sus opciones, que para Hizbulá se reducen a una sola: que el Gobierno dé marcha atrás en la orden de acabar con la red de telecomunicaciones de Hizbulá.
El Ejecutivo tomó el pasado martes la decisión de eliminar la red de telecomunicaciones del grupo chií, lo que su líder, Hasan Nasrala, calificó ayer como "una declaración de guerra".
La victoria sobre el terreno de Hizbulá, que ha dejado clara la abrumadora superioridad militar de su milicia sobre las fuerzas de la mayoría, ha abierto un escenario incierto en el Líbano.
Pese a las palabras de uno de los grandes aliados de Hizbulá, el cristiano Michel Aun, quien dijo que esperaba que para la noche la ciudad hubiese recuperado la normalidad, lo cierto es que hombres encapuchados y armados continuaban campando a sus anchas por un Beirut casi fantasmal.
Medios libaneses, que citaron a fuentes diplomáticas árabes, informaron de que Siniora está estudiando la posibilidad de dimitir ante la imposibilidad de encontrar una solución.
Sin embargo, el ministro de Juventud y Deporte, el druso Ahmad Fatfat, desechó esa opción, al considerar que "un vacío no se puede reemplazar por otro", en alusión a que en el Líbano no hay presidente y la única autoridad existente es el Gobierno.
"Lo que ha sucedido en estos tres últimos días en una guerra abierta. Nosotros tratamos de alcanzar un acuerdo, pero todas nuestras propuestas han sido rechazadas", dijo Fatfat.
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