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Los liberales esperan volver al poder revitalizados por el liderazgo de Westerwelle

EFE

El Partido Liberal alemán (FDP) de Guido Westerwelle se perfila como ganador de facto de las elecciones, aupado por la "socialdemocratización" de los conservadores de Angela Merkel, y beneficiado por la grave crisis interna de los socialdemócratas.

Después de tres legislaturas en el dique seco de la oposición, el partido que formó parte prácticamente de todos los gobiernos de la República Federal de Alemania hasta 1998, busca recuperar su puesto como socio de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que hace cuatro años le arrebató el Partido Socialdemócrata (SPD).

Liquidar la gran coalición es el objetivo principal de Westerwelle, que no ha cesado en sus ataques al SPD y que ha pedido que no se vote a la CDU porque eso contribuiría a prolongar esa anómala alianza.

La tercera fuerza política en Alemania concurre a las elecciones del domingo con varios puntos que juegan a su favor: ha cumplido con su promesa electoral de no alinearse con el SPD y ha captado a los votantes desencantados por la política que ha llevado la CDU, condicionada por su alianza con los socialdemócratas.

De icono frívolo y superficial, que visitaba insistentemente platós de televisión, hasta el del "Gran Hermano" alemán, Westerwelle se ha convertido en candidato preferido del votante conservador y empresario, por su defensa a ultranza de las masivas bajadas de impuestos.

Del resto del programa liberal poco se habla. Westerwelle se ha consolidado desde el inicio de la crisis en abanderado de las bajadas de impuestos por delante de la CDU y las encuestas parecen darle la razón, con cerca del 14 por ciento de intención de voto.

Con esos buenos resultados, tras el 7,4 por ciento de 2002 y el 9,8 por ciento de 2005, a Westerwelle, de 47 años, le han salido en las últimas semanas varios pretendientes.

Mientras que la canciller no ha ocultado que su socio de coalición favorito son los liberales, el candidato socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier, ha hecho equilibrios entre sus críticas al FDP y sus declaraciones a favor de estudiar todas las posibilidades de coalición, dado que las encuestas descartan la opción roji-verde.

En los últimos cuatro años Westerwelle se ha afianzado como líder indiscutible dentro de su propio partido y se ha trabajado una imagen de político "serio", dejando atrás la época en que se paseaba por toda Alemania en su "Guido-móvil" como si de una estrella del rock o del deporte se tratara.

Su creciente solidez dentro del partido ha catapultado al FDP a las coaliciones de Gobierno de estados federados como Hesse y Baviera, en los que los conservadores se han visto obligados a aliarse con los liberales para mantener su hegemonía.

No sólo eso, sino que el FDP de Westerwelle ha conseguido introducirse en las cámaras regionales de los estados del este de Alemania, algo impensable una década atrás.

A diferencia de otros políticos alemanes, Westerwelle mantuvo durante años su homosexualidad en un discreto segundo plano, pese a que 'soto voce' era sabido que convivía con otro hombre desde hacía años.

Ya como líder del partido liberal, empezó a acudir a actos públicos con su pareja Michael Mronz, y es tradicional su asistencia al festival de ópera de Bayreuth, que se celebra cada verano consagrado al compositor alemán Richard Wagner.

Los liberales encaran las elecciones del domingo con la única aspiración de formar un gobierno de centro-derecha con la Unión de Merkel, en el que Westerwelle ocuparía el puesto de vicecanciller y, previsiblemente, también el de ministro de Exteriores.

"Alemania debe ser dirigida desde el centro. Porque puede hacerlo mejor y se merece algo más", proclamó Westerwelle al término de un congreso extraordinario de su partido celebrado en Potsdam el domingo, en las cercanías de Berlín.

Con una declaración electoral refrendada por unos 600 delegados, el FDP finiquitó en ese congreso la posibilidad de formar parte de un gobierno tripartito con socialdemócratas (SPD) y Los Verdes.

Sobre la posibilidad de aliarse con un partido que lo ha puesto de vuelta y media a la vez que lo pretende como socio de un tripartito, Westerwelle sentenció: "Somos liberales, no tontos".

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