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Libia abre sus colegios electorales 48 años después

El país vive las primeras elecciones tras la época de Gadafi entre un clima de violencia. Un manifestante muere en un tiroteo cuando intentaba robar una urna

PÚBLICO.ES / AGENCIAS

Libia vuelve a celebrar unas elecciones. Desde 1964, los libios no acuden a un colegio electoral. Y ahora lo hacen en medio de un clima de violencia y caos ante la imposibilidad del Consejo Nacional de Transición de controlar a las milicias rebeldes que expulsaron en agosto de 2011 a Muamar Gadafi del poder tras 42 años como líder del país.

Los electores, unos 2,7 millones inscritos, deben elegir a un Parlamento formado por 200 personas que tendrán que designar un Gobierno, el Consejo Nacional General (CNG), que sustituya al Consejo Nacional. La mayor parte de los 3.700 candidatos, entre ellos más de 600 mujeres, promueven la defensa de la ley islámica. 120 de los 200 escaños están reservados para candidatos independientes y 80 para los miembros de los más de dos centenares de partidos que concurren a los comicios.

El Ejército libio ha decretado el estado de alerta para asegurar el desarrollo de los comicios en los aproximadamente 6.600 colegios electorales, y ha desplegado tres mil soldados que apoyaran a cuarenta mil agentes de seguridad para velar por la seguridad.

Aun así, un manifestante ha muerto en un tiroteo en la ciudad de Ajdabiya cuando intentaba robar una urna.  

El presidente de la Comisión Suprema Electoral, Nuri al Abar, dijo hoy en una rueda de prensa que 101 colegios electorales de los 1.554 ubicados en las distintas circunscripciones del país, no abrieron sus puertas por razones técnicas o de seguridad. 

Las autoridades han suspendido de forma temporal la votación en Ajdabiya y Brega

De momento, las autoridades han suspendido temporalmente la votación en Ajdabiya, una de las principales ciudades del este del país, así como en Brega, después de varias agresiones contra colegios electorales de esas localidades. Según una fuente de seguridad, grupos de libios defensores del federalismo, que consideran que el este del país estará infrarrepresentado en la asamblea legislativa, y algunos islamistas radicales irrumpieron en varios centros de voto y quemaron o robaron las urnas.

Un fuente de seguridad de Ajdabiya precisó que habían sido quemados los materiales de dos colegios electorales y subrayó que la operación se reanudará a lo largo de la mañana lo antes posible, en toda la ciudad, excepto en las escuelas '17 de febrero' y 'Atiya'. En la zona de Brega, un grupo de manifestantes mantiene cerrados desde hace dos días varios puertos petroleros en protesta por lo que consideran una marginación de la región oriental. 

Las prerrogativas del CNG serán designar a un presidente y al nuevo primer ministro, después de que la actual asamblea legislativa anunciara hace dos días que la Comisión Constitucional que deberá elaborar una nueva Carta Magna, no será constituida por el CNG, como estaba previsto en un primer momento, sino que será elegida por sufragio universal dentro de cuatro meses.

Otro de los problemas en Libia son las reclamaciones de mayor autonomía

Aunque los comicios pretenden dar más poderes al gobierno que surja de las urnas, el temor a que la violencia impida a los libios ir a votar en libertad pone en peligro la legitimidad del nuevo Ejecutivo. En algunas regiones del sur, como en Kufra, la violencia entre las comunidades es tan amplia que los observadores internacionales serán incapaces de trasladarse para comprobar la votación.

Sin embargo, otro de los problemas en Libia son las reclamaciones de mayor autonomía. Varios dirigentes del este de Libia, de la provincia de Cirenaica -con Bengasi como capital-, han pedido un mayor poder frente a Trípoli. La semana pasada, un grupo de manifestantes asaltó un centro de votación para pedir una separación mayor de las provincias.

El Consejo Nacional de Transición se ha visto incapaz de contener a las milicias y los enfrentamientos entre grupos rivales. El mes pasado, un grupo insurgente ocupó el aeropuerto en Trípoli para demandar la liberación de un dirigente local que supuestamente había sido detenido por las fuerzas de seguridad.

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