Este artículo se publicó hace 17 años.
La línea Madrid-Valladolid representa el triunfo de la tecnología sobre el terreno
La línea férrea de alta velocidad Madrid-Valladolid, que el 22 de diciembre inaugurará el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, representa el triunfo de la ingeniería sobre las condiciones del terreno, sin olvidar el respeto al medio ambiente.
Se trata de un trazado de 179,5 kilómetros, en el que han invertido 4.205 millones de euros, cuya importancia estratégica va mucho más allá de la conexión rápida de ambas ciudades, ya que ante todo significa un nuevo acceso ferroviario al norte y noroeste de España.
La nueva infraestructura ha sido posible gracias a la construcción de cuatro túneles, 18 viaductos, cinco falsos túneles, dos pérgolas, un paso bajo la carretera madrileña M-607 y 48 pasos inferiores y 54 superiores.
Los dos túneles de Guadarrama, los primeros realizados expresamente para alta velocidad que han sido construidos sin ataques intermedios, son, con 28,7 kilómetros de longitud, los cuartos más largos de Europa y los quintos del mundo.
En gran medida gracias a ellos, será posible que el AVE atraviese el sistema central a gran velocidad, uniendo las submesetas norte y sur y logrando que el viaje entre Madrid y Segovia se pueda hacer en 20 minutos y entre la capital de España y Valladolid en 56.
Asimismo, estos túneles permitirán que la duración de los viajes entre Madrid las zonas norte y noroeste, en trenes compatibles con la nueva línea, se acorten hasta en 89 minutos.
Otros elementos singulares de la obra son los viaductos de El Salobral y de Arroyo del Valle, en la provincia de Madrid, este último de 1.755 metros de longitud y 27 vanos, así como los dos túneles de San Pedro, de nueve kilómetros.
Con el fin de que las máquinas de los auténticos trenes de alta velocidad que circularán por la nueva vía, los S-102 de Renfe, puedan alcanzar la velocidad comercial de casi 200 kilómetros por hora (con máximas de 300), el radio mínimo en planta, salvo contadas excepciones, está situado entre 5.000 y 6.472 metros y las pendientes son menores a 20 milésimas por metro.
Para la electrificación de la línea ha sido preciso construir cuatro subestaciones (Tres Cantos, Segovia y Olmedo) y casi dos decenas de centros de autotransformación, situados cada 10 kilómetros.
La circulación de los trenes con todas las garantías no sería posible sin el complejo entrado de telecomunicaciones fijas y móviles que se ha instalado, junto con los sistemas de señalización ASFA y ERTMS y dispositivos de seguridad capaces de detectar tanto objetos caídos y arrastrados como incendios y fenómenos meteorológicos.
El ADIF, ente público gestor de infraestructuras ferroviarias que ha construido la línea, ha introducido en la misma diversas soluciones técnicas para hacerla compatible con el respeto al medio ambiente, entre las que destacan tratamientos de integración paisajística como hidrosiembras, plantaciones y mantas orgánicas de coco.
También se han instalado caballones para que las avutardas levanten el vuelo y se han establecido medidas de protección de las aves en pasos superiores y viaductos, entre otras medidas medioambientales.
Por la nueva línea, que acorta la distancia por ferrocarril entre Valladolid y Madrid en 68,5 kilómetros, no sólo circulará el AVE de "pata negra" (S-102), sino también los trenes Alvia (S-130) dotados de cambio de eje automático, lo que en la práctica significa que estas unidades pueden transitar por las vías de ancho internacional e ibérico, indistintamente, para comunicar Madrid con el noroeste utilizando el nuevo trazado ferroviario que se inaugurará el próximo sábado.
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