Este artículo se publicó hace 15 años.
Lituania cerrará el último chernóbil de la Unión Europea
El nuevo ministro de Energía lituano confirma que su Gobierno desmantelará la central nuclear de Ignalina, el último reactor que queda en la UE similar al que explotó en 1986
La Comisión Europea ha ganado su pulso con Lituania y el país báltico desmantelará, a partir del 1 de enero de 2010, el último reactor que queda en la UE similar al que provocó el mayor desastre nuclear de la historia en la central ucraniana de Chernóbil, el 26 de abril de 1986. A pesar de que Lituania se comprometió a clausurar la planta de Ignalina, en el noreste del país, cuando firmó su Tratado de adhesión en 2003, el Gobierno ha lanzado en los últimos meses mensajes contradictorios.
El pasado 12 de octubre, el Gobierno desafió a la comunidad internacional al convocar un referéndum sobre la conveniencia de prorrogar la vida de Ignalina. Aunque una mayoría abrumadora votó por mantener la operación de esta reliquia soviética, el resultado de la consulta se consideró inválido, ya que sólo un 48% de los ciudadanos con derecho a voto acudió a las urnas, dos puntos por debajo del 50% requerido por la ley.
Un referéndum fracasó en su intento de prorrogar la vida de esta reliquia soviéticaA pesar de este fracaso, miembros del Gobierno han seguido defendiendo la perpetuación de Ignalina, esgrimiendo su papel esencial en el abastecimiento energético del país. Y el director de la planta, Viktor Sevaldin, aseguró hace pocas semanas a la prensa local que la decisión sobre su futuro no está tomada.
Según estas voces, las condiciones ya no son las que firmaron en 2003: la concesión de una vida extra al reactor sería ahora ineludible, debido a la crisis económica, el precio inestable de los combustibles fósiles, la inquietante dependencia del gas ruso y el retraso en la conexión de su red eléctrica con las de otros países europeos. Según la Asociación Nuclear Mundial, el reactor produce el 70% de la electricidad nacional. Para Lituania, cerrar Ignalina sin otras fuentes de energía disponibles sería como si Francia desconectara, de golpe, sus 59 reactores nucleares. La oscuridad total.
Sin embargo, Lituania precintará Ignalina, aunque a regañadientes. La llave para cerrar la central la tiene el nuevo ministro de Energía, Arvydas Sekmokas, que asumió su puesto la semana pasada en un Ministerio recién creado para gestionar el apagón energético resultante de la clausura de la planta. "No estamos considerando extender la vida de Ignalina", confirma Sekmokas a Público. "Confiamos en que recibiremos apoyo de la Unión Europea en casos urgentes, como la reciente crisis energética en Europa oriental", advierte el ministro.
Los lituanos temen que el apagón provoque un trágico desabastecimiento energéticoProblemas de suministroA comienzos de este año, el enfrentamiento comercial entre Rusia y Ucrania se saldó con el cierre del grifo de gas ruso, lo que provocó una preocupante falta de suministro en los países del Este en pleno invierno. "El problema de clausurar Ignalina es que, probablemente, tendremos que comprar energía al único proveedor disponible, Rusia, y todos sabemos lo que eso significa", se lamenta Sekmokas, en alusión a los arrebatamientos del Gobierno de Dimitri Medvédev. "Desafortunadamente, el referéndum para prolongar la vida de Ignalina fracasó, así que no podemos tener en cuenta su resultado", añade.
En realidad, pese a las declaraciones del ministro de Energía lituano, la consulta popular no podría haber sido considerada en ningún caso, por lo menos en Bruselas. Fue un brindis al sol. Si Ignalina continuara funcionando más allá del 31 de diciembre de este año, Lituania se arriesgaría a su expulsión de la UE. Los 27 no quieren, bajo ningún concepto, un reactor que consideran inseguro. No quieren, en definitiva, que un accidente nuclear equipare la UE de 2009 con la URSS de 1986.
Cerrar Ignalina sería como si Francia desconectara sus 59 reactores al mismo tiempoEl portavoz de Energía de la Comisión Europea, Ferran Tarradellas, no entiende el doble discurso del Gobierno lituano. A su juicio, no cabe discusión. "Es imposible, legalmente, que Ignalina continúe abierta", asevera. "La concesión de una prórroga requeriría una conferencia intergubernamental, una renegociación total del Tratado de acceso, su votación y ratificación por los 27 socios y, en Irlanda, un referéndum. Todo es posible, pero...", explica.
Riesgo para la poblaciónEn su convocatoria de referéndum para extender las operaciones en Ignalina, el Seimas el Parlamento lituano aseguraba que, en la fecha límite marcada por la UE para desenchufar el reactor, todavía no estarán listas las interconexiones con Suecia y Polonia. El Seimas pedía el aplazamiento del cierre hasta disponer de una nueva planta nuclear, cuya apertura está prevista para 2015. Si no, los expertos lituanos auguran subidas del precio de la electricidad de hasta el 100% y situaciones dramáticas a causa del desabastecimiento energético.
"Si el cierre de Ignalina supone algún riesgo para la población, la responsabilidad será del Gobierno lituano. Saben, desde la década de 1990, que la central se iba a cerrar. ¿Qué han hecho con el dinero que les hemos dado?", inquiere Tarradellas. Según sus cifras, Lituania recibió 529 millones de euros, entre 1999 y 2006, para anticiparse a la clausura de la batería soviética. Y, para el periodo 2007-2013, está presupuestado un total de 837 millones de euros más.
La UE permite, incluso, que Lituania dispare sus emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, a partir de 2010, para facilitar la transición del átomo al carbón. "Nosotros hemos cumplido con nuestra parte del trato, ahora les toca cumplir a ellos", sentencia el portavoz de Energía de la Comisión.
A Tarradellas, el confuso debate sobre Ignalina le recuerda a "los argumentos catastrofistas" utilizados por otros países del Este ante el cierre de sus anacrónicos reactores de época soviética. "Bulgaria cerró el 31 de diciembre de 2006 su central de Kozloduy, Eslovaquia hizo lo mismo con la planta de Jaslovske Bohunice, y no se ha muerto nadie", espeta con crudeza el portavoz de la Comisión Europea.
La resurrección de los reactores nucleares soviéticosBulgaria. El Parlamento búlgaro votó el pasado 23 de enero a favor de la reapertura de dos reactores de la central nuclear de Kozloduy. El Gobierno socialista del país se ha escudado en la crisis del gas ruso para solicitar la resurreción de esta planta soviética, cerrada el 31 de diciembre de 2006, un día antes de que Bulgaria ingresara en la Unión Europea.
Sin embargo, la propia oposición en el país ve en esta iniciativa un intento del primer ministro, Serguei Stanishev, por movilizar a su electorado de cara a las elecciones que se celebrarán este verano. Aunque no ha recibido el visto bueno de la Comisión Europea, Bulgaria mantiene su propuesta, basada en un artículo del Tratado de adhesión, que abre la puerta a la reactivación de reactores si surgen dificultades graves en sectores económicos estratégicos para la estabilidad del país.
Eslovaquia. El debate en Eslovaquia, ya finiquitado, en torno a la reapertura del reactor nuclear de Jaslovske Bohunice podría anticipar el desenlace de la misma discusión en Bulgaria. El 10 de enero, de nuevo ante la inquietante dependencia del gas ruso, el Gobierno eslovaco comenzó el proceso para reactivar un reactor soviético clausurado en diciembre de 2008.
Sin embargo, el 23 de enero, el ministro de Economía, Lubomir Jahnatek, anunció que su Gobierno reculaba. El tratado que permitió su ingreso en la UE es firme y no deja resquicios legales para reabrir reactores. El 6 de enero, Eslovaquia declaró el estado de emergencia energética, ante el conflicto entre la empresa gasística rusa Gazprom y la compañía estatal ucraniana, que amenazó con provocar un colapso en Eslovaquia por la falta de suministro.
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