Este artículo se publicó hace 13 años.
Llegan a su destino los contenedores alemanes con basura radiactiva
Los once contenedores "castor" con basura altamente radiactiva llegaron hoy al depósito de Gorleben (norte de Alemania) después de que los continuos bloqueos de los antinucleares provocasen el mayor retraso de la historia de este transporte.
A las 20.51 GMT, el último de los contenedores entró en las instalaciones del cementerio nuclear, tras casi seis días y 1.200 kilómetros por ferrocarril y carretera que han estado plagados de protestas, manifestaciones e, incluso, enfrentamientos entre la policía y activistas.
Los últimos incidentes tuvieron lugar cuando al polémico transporte -con un total de 2.500 toneladas de basura radiactiva- apenas le quedaban unos kilómetros hasta Gorleben y varios activistas lograron colarse en la cabina del primero de los camiones que transportaban los residuos tóxicos.
Estos vehículos pesados habían emprendido la marcha poco antes, después de la delicada operación de traspase de los "castor" del tren a los camiones y de que las fuerzas de seguridad, que han movilizado a unos 20.000 agentes, disolviesen la enésima "sentada" junto a la estación de carga de Dannenberg, la última de la ruta en ferrocarril.
La jornada de hoy, en la que los contenedores tan sólo recorrieron unos 50 de kilómetros (30 en tren y 20 en camión), volvió a estar marcada por un rosario de acciones de protesta, entre las que destacó el bloqueo de la carretera entre Dannenberg y Gorleben de la organización ecologista Greenpeace.
Cuatro miembros de este colectivo lograron burlar el cordón de seguridad, cruzaron una gran furgoneta en mitad de la calzada y la fijaron al asfalto con hormigón con el propósito de obstaculizar el máximo tiempo posible el paso de los contenedores. Las fuerzas de seguridad tardaron cerca de seis horas en retirar el vehículo.
El polémico convoy llegó a Dannenberg de madrugada, más de cien horas después de partir de la planta de reprocesado nuclear de La Hague (Francia) y tras haber recorrido apenas cien kilómetros en todo el domingo.
El fin de semana fue especialmente prolijo en protestas, como la de cuatro ecologistas que se encadenaron a las vías mediante un bloque de cemento de una tonelada y a los que la policía tardó más de quince horas en liberar con herramientas pesadas.
Asimismo, las "sentadas" de activistas para obstaculizar el paso del controvertido tren fueron frecuentes, encabezadas por las multitudinarias de Hitzacker, localidad próxima a Gorleben, y la que tomó la carretera al cementerio atómico.
Desde el pasado jueves, un día después de que partiera desde la planta de Le Hague este tren "castor", las manifestaciones, las acciones de protesta e incluso los enfrentamientos entre activistas y policías han sido frecuentes en las localidades próximas al cementerio nuclear alemán.
Las fuerzas de seguridad señalaron que sus agentes fueron atacados, especialmente el viernes y el sábado, con cócteles molotov, bengalas y piedras; mientras que los activistas y los medios de comunicación destacaron el abundante uso de cañones de agua, pelotas de goma y gases lacrimógenos por parte de los agentes.
La policía alemana ha aplicado este año una estrategia de "tolerancia cero" frente a los activistas, opuesta a la táctica de anteriores años de "rebajar" la tensión, según medios alemanes.
Desde hace años, los transportes de desechos radiactivos alemanes que regresan al país tras ser tratados en Francia generan fuertes protestas por parte del colectivo antinuclear germano, que aprovechan el desplazamiento para hacer públicas sus demandas.
Tras las multitudinarias concentraciones del año pasado, las más concurridas en décadas, las protestas de 2011 son las primeras tras la aprobación del "apagón" nuclear de la canciller federal, Angela Merkel, bajo el impacto de la catástrofe de la central atómica japonesa de Fukushima.
Por Juan Palop.
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