Este artículo se publicó hace 12 años.
Locura en el último día de la selección española en Schruns
Cerca de 3.000 personas aprovecharon el día festivo en Schruns para presenciar el entrenamiento de la selección española, que acabó en locura con invasión de campo de más de 600 aficionados en momentos de apuro para Iker Casillas, Álvaro Arbeloa, Pepe Reina, Juan Mata y Santi Cazorla.
Eran los últimos jugadores en retirarse del penúltimo entrenamiento de España en tierras austríacas. Sergio Ramos y Fernando Torres firmaban autógrafos a las puertas del vestuario, cuando unos niños se saltaron la escasa presencia de miembros de seguridad para invadir el campo.
Rápidamente les imitaron unos 600 aficionados. Corrieron hacia Iker Casillas en busca de una firma y una fotografía con el capitán. El portero mantuvo la tranquilidad, incluso se paró en su camino hacia los vestuarios para firmar sin parar. Según fue llegando más gente comenzaron los momentos de tensión y dos personas de la Real Federación Española de Fútbol tuvieron que escoltarle.
El reciente campeón de la Liga de Campeones, Juan Mata, se vio solo ante todos los aficionados. Uno le agarraba del cuello buscando una foto, el resto le ofrecía rotuladores para conseguir una firma en las camisetas del Chelsea y España. Tuvieron que actuar los pocos miembros de seguridad del campo para que pudiesen llegar hasta el vestuario y que no entrase nadie en él.
Cazorla estiraba como siempre al final del entrenamiento, tumbado sobre el césped, con los aficionados haciendo un corrillo sobre él. Como Reina y Arbeloa tuvo que esperar a que le escoltasen para poder salir del terreno de juego.
La tranquilidad de Schruns se perdió en unos minutos de locura en los que hubo aficionados que incluso hicieron un amago de asaltar el vestuario en busca de sudaderas y camisetas de la selección. Rápidamente los internacionales se montaron el autobús y se marcharon rumbo al hotel de concentración.
Desde las 18.30 horas España se volverá a entrenar en el mismo campo. No estaba previsto, pero ante la locura desatada en su último día en Austria la RFEF estudia cerrar las puertas si no se puede aumentar la seguridad.
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