Este artículo se publicó hace 12 años.
Luisgé Martín asegura que la literatura "es una arma para hacer daño, para molestar"
El escritor madrileño Luisgé Martín ha defendido hoy en Barcelona, durante la presentación de su nueva novela, "La mujer de sombra", que la literatura es "una arma para hacer daño, molestar al lector e incluso abrirle alguna brecha en la cabeza, sin que le salgan los sesos".
Martín, acompañado por el editor de Anagrama, Jorge Herralde, ha reflexionado este mediodía sobre el quinto título de su novela, en el que trata sobre el secreto, la soledad, la culpa y la identidad, con explícitas escenas de sexo entre las que no obvia las relaciones entre un adulto con dos niños en su "caída al infierno".
El novelista ha reconocido que, como autor, siempre le ha interesado "escribir para molestar, perturbar y herir al lector, para así obligarlo a mirar lo que sea de manera distinta".
En esta ocasión, la trama se inicia con la confesión de Guillermo a su amigo Eusebio de que mantiene relaciones sexuales sadomasoquistas con una misteriosa mujer, que lo humilla y maltrata.
Guillermo fallece y Eusebio decide ir en busca de esa mujer, de la que se acabará enamorando, aunque, a diferencia de su amigo, a él sólo le acaricia y le ofrece ternura.
Martín considera que la literatura es el territorio de la "absoluta libertad". "En el fondo -ha indicado- sí me gustaría provocar alarma social con una novela. Lo que, por otra parte, es cada vez más fácil, porque esta sociedad se escandaliza por cualquier tontería, en un período ya muy largo, no sólo en España, de regresión moral".
Respecto a las escenas más impactantes, señala que les dedicó toda su energía y esfuerzo porque "debían estar muy bien aquilatadas, en un momento crítico de la novela", y agrega que "podría haber sido bruto" y no lo ha sido.
Sostiene Martín que es la novela que ha escrito en la que más peso tiene la trama, lo que provoca a su juicio que "atrape al lector y sea para todo tipo de públicos".
Asevera que incluye algunos de sus temas recurrentes, como el de la "soledad acompañada" o la necesidad de muchas personas de conocer los secretos de otros para poseerlos.
"También está en la obra el monstruo que todos llevamos dentro. Soy de los que creen que detrás de las personas con una apariencia de absoluta normalidad, que pagan impuestos o ayudan a cruzar a viejecitos por el paso cebra, hay un monstruo, que la mayoría, afortunadamente, tiene bajo control".
Ahonda en este aspecto y argumenta que en toda persona hay "una superficie grande de sombra y de penumbra en la que están muchos de los deseos y pulsiones que nadie se atreve a confesar".
La cuestión de la identidad es otra de sus obsesiones como escritor, igual que la sexualidad como "forma de infierno".
Luisgé Martín dice que en la sociedad actual cada vez más "se empuja a usar la sexualidad como forma de huida o como pendiente en la que cada vez se rueda más deprisa".
Respecto a las primeras críticas que ha empezado a recibir, avanza que, sin ser muy científicas, sí nota diferencias entre los que son padres y los que no lo son, lo que cree que también tiene que ver con la manera como hoy se ejerce la paternidad, de mucha "sobreprotección" hacia los hijos.
Nacido en Madrid hace cincuenta años, Luisgé Martín, que no tiene hijos, no esconde que escribe lento, no más de un folio al día, publicando desde el año 1995 las novelas "La dulce ira", "La muerte de Tadzio", "Los amores confiados" y "Las manos cortadas". También tiene editadas la colección de cartas "Amante del sexo busca pareja morbosa".
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