Este artículo se publicó hace 17 años.
Luz verde al puente de Dresde pese a la protesta de la UNESCO y de los defensores de los murciélagos
El Tribunal Supremo Administrativo sajón autorizó hoy la construcción de un nuevo puente en Dresde, pese a la amenaza de la UNESCO de retirarle su estatus de Patrimonio de la Humanidad y las protestas ecologistas por sus efectos destructivos en el hábitat de los murciélagos.
La cámara de justicia del estado de Sajonia, cuya capital es Dresde, rechazó las demandas de tres organizaciones medioambientales que forzaron la paralización de las obras porque atentaban contra el "Rhinolophus hipposideros", un murciélago de cuatro centímetros.
Los ecologistas habían logrado interrumpir temporalmente las obras al presentar su demanda, el pasado agosto, fundamentada en que el nuevo puente en el Valle del Elba destruiría el hábitat de esa especie protegida.
El Tribunal argumentó que entre sus competencias no entra la protección de los murciélagos, lo que indirectamente comportará una nueva ronda de tensiones con la UNESCO.
La Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura otorgó en 2004 al Valle del Elba el estatus de Patrimonio de la Humanidad por la hermosa panorámica que ofrece uno de sus tramos, justo a la entrada de Dresde.
Esta distinción está ahora en peligro, puesto que la propia UNESCO considera que la construcción de ese puente afeará el conjunto que actualmente ofrece la capital sajona, denominada la "Florencia del Elba".
Defensores y detractores del puente libran una particular batalla desde que el ayuntamiento de Dresde aprobó su construcción, en 1996.
El proyecto ganador resultó ser un puente de metal y hormigón de 635 metros de largo, criticado por la pesadez de su concepción.
El principal argumento de los partidarios de la obra es la descongestión de tráfico que supondría el nuevo puente, puesto que permitiría evitar el casco urbano y facilitaría enormemente el flujo entre las dos riberas del río que cruza la ciudad.
Sus detractores apuntan tanto a cuestiones estéticas como medioambientales, puesto que su construcción implicaría "desplazar" a las afueras de la ciudad y el valle los efectos contaminantes del tráfico rodado, especialmente el de vehículos pesados.
Tras un largo tira y afloja ante diversos estamentos judiciales, los detractores se llevaron el pasado junio el espaldarazo de la UNESCO, que impuso a Dresde un ultimátum hasta el pasado octubre para ofrecer una alternativa a la construcción prevista, como podría ser un túnel.
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