Este artículo se publicó hace 15 años.
La luz y el color de Tiffany iluminan de nuevo París
La primera retrospectiva dedicada al creador estadounidense Louis Comfort Tiffany, artista, diseñador industrial y figura esencial del modernismo, llega a París, donde 160 de sus obras iluminan con su luz y color el Museo de Luxemburgo.
Una selección de las obras de Tiffany (1848-1933), innovador del arte en vidrio, empresario de gran éxito e influencia en diversas artes aplicadas, se podrán ver en la capital francesa a partir del 16 de septiembre en una exposición monográfica que no se le dedicaba desde 1900.
Vidrieras, lámparas, jarrones, mosaicos y otros objetos, procedentes del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el del Ermitage de San Petersburgo y el Musée des Beaux Arts de Montreal, componen una muestra que llega con el título de "Colores y luz" y que estará abierta hasta el próximo 17 de enero.
El objetivo de los comisarios de esta muestra es recoger "los mejores ejemplos de su producción en vidrio y artística, que permitirá descubrir y apreciar toda la amplitud de su creatividad", según explicaron hoy en la presentación de la exposición.
En realidad la exhibición de obras de Tiffany en la capital francesa es como una vuelta al origen de la inspiración del creador, puesto que ya en 1868 llegó a París para estudiar pintura en el taller de Léon-Charles Bailly.
En 1894 comenzó a exponer sus jarrones y creaciones en vidrio en la galería de Siegfried Bing, que se convirtió en su distribuidor exclusivo de las piezas de la casa en Europa.
Bing había descubierto la genialidad de Tiffany en una visita al estudio de éste en Nueva York y consiguió traer a la capital francesa una selección de vidrieras que se expusieron en el Salon de la Société Nationale de Beaux Arts.
El marchante de Tiffany abriría a finales de 1895 su galería "L'Art Nouveau", que dio nombre a toda una tendencia artística que tuvo traducción, con diferentes denominaciones, en varios países europeos ("Jugendstil" en Austria o "Modernismo" en España) y del que el creador estadounidense se convirtió pronto en elemento clave.
El Museo de Luxemburgo, que alberga la retrospectiva parisina, fue uno de las primeras instituciones que reconocieron la creatividad de Tiffany y adquirió piezas que ahora vuelven a exhibirse.
En las salas del Luxemburgo los organizadores han dispuesto ejemplos de la técnica con la que Tiffany y sus artesanos iluminaron el arte de la fabricación de vidrieras, con el recurso a una forma de manipulación del vidrio desconocida hasta entonces.
El Musée des Beaux Arts de Montreal aporta dos grandes muestras de vidrieras procedentes de la Iglesia Presbiteriana Americana de la ciudad canadiense, realizadas en 1897 y 1902 y que han sido restauradas para la exposición.
Aunque la producción de vidrieras de motivo religioso no son tan popularmente conocidas en la carrera de Tiffany, los comisarios explicaron que los encargos procedían de toda Norteamérica y ahora comienza a valorarse la especialización técnica que lograron los talleres del industrial estadounidense.
Parte esencial de la muestra, que presenta un diseño escenográfico creado especialmente para destacarlas, son las lámparas con las que Tiffany quiso demostrar su habilidad para vestir de arte la novedad que significó la electricidad y su ingreso en los hogares.
Tal fue el éxito de las lámparas fabricadas por Tiffany que se convirtieron en un nombre genérico de una forma de iluminar que ahora se multiplica por millares con baratas réplicas "made in China" en la mayoría de las ocasiones.
Las expuestas en París ahora son una selección de los más de 300 modelos de lámparas que llegó a fabricar el complejo industrial de Tiffany, donde se hizo del bronce y del vidrio, materiales inertes, verdadero arte casi vivo con formas tomadas de la naturaleza.
El Art Nouveau en todo su esplendor ilumina desde el centro de las salas del Luxemburgo con notables ejemplos de la casa Tiffany, como la lámpara "Glicinias" (1901) o la magnífica "Tela de Araña", que los talleres del creador lanzaron al mercado entre 1899 y 1900.
Alrededor de la exhibición de técnica y labor artesana de las lámparas cortejan las piezas, sobre una inmensa alfombra diseñada con motivos propios del creador, jarrones, frascos y botellas en vidrio soplado que ilustran el afán experimentador del genio Tiffany.
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