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M-Clan imprime una profundidad inusitada a "Memorias de un espantapájaros"

EFE

La incontinencia compositiva de Carlos Tarque, cantante y líder de M-Clan, desemboca en la incertidumbre y la melancolía de los temas de "Memorias de un espantapájaros", el nuevo álbum de estudio del grupo que encierra un sonido "sin cortapisas, que lleva a lugares más profundos de lo habitual".

"Es un sonido denso, que exige varias escuchas, aunque eso no signifique que sea difícil o espeso, sino que no puede recogerse todo lo que ofrece en un primer vistazo", ha explicado hoy a Efe el líder de la banda murciana, que ha escrito en los últimos años más de 150 letras.

Textos que son para Tarque "algo parecido a la poesía", y que han servido para componer a partir de algunos de ellos las melodías de estas "Memorias de un espantapájaros" (DRO), que mañana sale a la venta.

Un proceso de composición muy distinto al empleado en su anterior publicación, el recopilatorio "Retrovisión 1995-2006", en el que se incluyeron dos temas inéditos que debían ser por obligación "éxitos radiofónicos", algo que conllevó "demasiada presión" para el músico y la determinación de no volver a repetir algo así.

Precisamente el sencillo que presenta este nuevo trabajo discográfico tuvo que ser descartado de esta recopilación por ser "demasiado soul, demasiado lento", pero sirvió de punto de partida para encontrar la esencia de "Memorias de un espantapájaros".

Tarque y su grupo se sirven de esta figura tan simbólica como la del espantapájaros, "tétrica y solitaria, que inspira miedo y al mismo tiempo ternura", para hablar del sentimiento de incertidumbre y de soledad, de amores malditos - como en el sencillo "Roto por dentro"- y de la "sensación de sentirte extraño en tu propio círculo" -"Inmigrante"-.

En estos cuatro años de silencio desde "Sopa fría (2004), además de preparar su disco de grandes éxitos, Tarque ha recorrido el país en más de cien conciertos con M-Clan, ha realizado una nueva gira con su banda de versiones, Los Rollers, y sobre todo ha "vivido y viajado", explica.

Para la producción de un disco que considera tan personal, la banda decidió contar con "un hombre de la casa" como es Carlos Raya, productor de los últimos trabajos discográficos de Quique González y Fito y Fitipaldis, y guitarrista de M-Clan desde "Defectos personales" (2002).

Con él "encargándose de las decisiones técnicas" se aseguraron que la visión del productor no iba a cambiar la idea original de "Memorias de un espantapájaros", un álbum "muy producido entre todos los miembros del grupo".

"En nuestros inicios éramos un grupo con influencias quizá demasiado claras y algo encerradas, algo que de haber seguido así nos habría llevado a una separación, que ya era latente en ese momento, o al más puro aburrimiento", explica Tarque.

La decisión de abrirse a nuevos espacios sonoros les llevó al éxito en su tercer álbum, "Usar y tirar" (1999), con el que contaron con "la sabiduría musical y la visión comercial" de Alejo Stivel y que presentaron con "Llamando a la Tierra", su recordada versión del "Serenade" de Steve Miller Band.

Ahora regresan en cierto modo al origen de su rock, lo que ha supuesto "algún reencuentro con fans de la primera época que no aceptaron el cambio de sonido".

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