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Mali, el país donde Barceló es capaz de vivir sin nada observando a su gente

EFE

El rastreo de lo "esencial" movió al pintor español Miquel Barceló a viajar por primera vez a África, allá por 1988. El impacto de la experiencia le empujó a abrir taller en Mali, que se ha convertido en el sitio donde es capaz de "vivir sin nada" donde lo que hace es "mirar" a sus gentes asomado a los acantilados.

En una entrevista con EFE, Barceló explica que sus amigos, de la etnia dogón, tienen una forma "muy especial" de mirar, porque como no están habituados a ver imágenes planas en televisiones, fotografías u ordenadores, poseen una capacidad "muy sofisticada" de observar el mundo.

"Son capaces de ver en la oscuridad y de reconocer a las personas a muchos kilómetros", resalta el pintor, que asistirá el martes en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga a la inauguración de la exposición Obra Africana, 84 obras que proceden del Irish Museum of Modern Art (IMMA), de Dublín, y que será el único museo español al que llegue la muestra.

Las piezas de la exposición proceden de colecciones de diferentes partes del mundo pero centradas todas en el mismo eje: la relación de Barceló con África occidental, a donde no ha podido viajar este año porque estaba inmerso en los trabajos de la cúpula de la Sala XX del Palacio de Naciones Unidas en Ginebra.

Por eso invitó a algunos de sus amigos dogones a viajar a Ginebra para ver el resultado. "Estaban -recuerda- emocionadísimos. Por una parte por el privilegio de estar ahí y porque les provocaba reacciones muy físicas".

"Son gente que ve mucho, desde muy lejos. Todo lo ven con perspectiva y en cuatro dimensiones. Cuando voy a Mali lo que hacemos es mirar cosas, sentados en el acantilado. Desde allí vemos los mercados, las mujeres, los niños. La vida".

Está convencido de que "es más sofisticada a menudo" la mirada de esa gente que la de alguien como él, "con ordenadores e imágenes virtuales".

"Es curioso porque se gana en información y se pierde en finura, y ellos enseguida vieron que lo que tenían sobre su cabeza en Ginebra era un mar pensado, no una foto", rememora orgulloso de la perspicacia de sus amigos.

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