Este artículo se publicó hace 13 años.
Manish Arora ilumina las pasarelas de París de la mano de Rossy de Palma
El modisto indio Manish Arora, nueva alma artística de la firma Paco Rabanne, iluminó hoy las pasarelas de París con una energía arrasadora y una concepción estética inspirada en la felicidad y en los años 60 del siglo XX, en perfecta armonía con la madrina de su colección, la actriz española Rossy de Palma.
"Ha sido un momento genial", dijo a Efe Rossy de Palma tras haber abierto la colección para la primavera-verano 2012 de Manish Arora, artista que viene consolidando posiciones en París desde hace un lustro.
La actriz lucía un vestido corto plateado levemente futurista, seguida de un ejército de bellezas portadoras de modelos dorados, nacarados y también verdes o fucsias muy vivos, a quienes sentó en orden ante unas mesitas situadas en el centro de la pasarela.
"Me digo que las iconos no tenemos edad" y ha sido "un pequeño 'come back' que me ha encantado", explicó la actriz, quien encontró el desfile "maravilloso".
Sin duda como casi toda la asistencia, pues Manish Arora se excedió en su lograda mezcolanza de influencias orientales y occidentales, de vanguardias y de tradiciones artesanales.
"Los vestidos son un delirio", resumió la actriz, a quien el público de París conoce bien y ama con entusiasmo almodovariano.
En esta colección de siluetas y formas sencillas, muy años 60, la intensa riqueza y complejidad venía de bordados e incrustaciones, por arte de Arora y de su colaboración con la firma austríaca Swarovski, que creó pedrerías especiales para sus modelos.
Arora las utilizó a veces 'in crescendo', dentro de una paleta de tonos degradados, desde las más pequeñas apenas visibles hasta terminar en ribetes de plumas bajo relieves sonoros, construidos con pequeñas piezas grisáceas como alas de mariposa.
Abundaron las minifaldas, y los pantalones pitillo, enteramente dorados, estampados o de colores vivos; los vestidos largos, de pura fiesta, por supuesto enteramente bordados, calados con perlas rosas, multicolores, dorados o plateados, y también los vestidos negros de cóctel, igualmente calados, salpicados con pequeñas perlas blancas en el torso y terminados en plumas.
Como todo en Arora es diferente, sus 'jeans' terminaban en el mismo botín con el que se combinaban.
Cada una de sus propuestas era casi una joya que hacía sospechar el intenso trabajo manual requerido para hacer realidad la desbordante imaginación del maestro, para quien los tacones, siempre altísimos y fosforescentes y siempre en marcado contraste con el resto del conjunto, fueron fundamentales.
De hecho, cada botín -o sandalia, según se mire, pues los dedos y el talón quedaban siempre al descubierto pero subían por el empeine hasta bien pasados los tobillos- era un verdadero tesoro, de bordados, dorados, minuciosas incrustaciones y transparencias.
El modisto dijo haber inspirado sus bellas y energéticas creaciones en el lema "la vida es bella"".
"Iba de eso (el desfile), iba de las colores de piel, del cuerpo humano, piel negra, de los fluorescente, de gente feliz", explicó.
Se refería a los asistentes al concierto del Holy Jam Festival de Colorado (EEUU), en 1970, fotografiados por Robert Altman.
El modisto ilustró con algunos de esos rostros en pleno disfrute de la vida y de la música una serie de modelos estampados en blanco y negro o en tonos rosados, combinados con pitillos o detalles fucsia fosforescentes.
"Cuando feo estas fotos no pienso en nada más que en lo alegre que están y por eso se las pedí a Altman", justificó el modisto.
Arora, que el próximo martes mostrará su primera colección para Paco Rabanne, no fue hoy el único en entregarse al dorado y los pantalones pitillo.
Hubo efectos, bordados, pasamanerías y prendas doradas, así como pantalones muy ajustados hasta los tobillos, y también, aunque más raramente, pantalones anchos y de talle bajo en el podium de Balmain, donde la inspiración torera no estuvo ausente.
Allí donde el modisto Olivier Rousteing sucedió a Christophe Decarnin, quien dejó el puesto vacante el pasado febrero tras haber elevado la firma a una modernidad contundente.
Con Rick Owens, en cambio, a excepción de una serie cobriza y algunos modelos grises, fueron el blanco y el negro los tonos dominantes, en vestidos largos, fluidos, asimétricos y drapeados. Monocolores casi siempre.
En el extremo opuesto de Balenciaga, donde Nicolas Ghesquière dio hoy marcada importancia al "short" muy corto, bombacho; a los pantalones de talle alto estrechos en los tobillos y a las prendas bicolores o tricolores con tintes futuristas.
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