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Manos soviéticas para arar España

En los últimos seis años, han llegado a España 700.000 inmigrantes procedentes de países de la antigua URSS

DANIEL AYLLÓN

Doblados en incómodos asientos de un autobús, Octavio, de 47 años, y otros 36 rumanos recorrieron hace seis años los 2.476 kilómetros que separan Bucarest (Rumanía) de Madrid para trabajar en España. Por el viaje de ida, pagaron 1.000 euros y ni sus mentes ni sus bolsillos podían pensar en el regreso. Los organizadores les prometieron un contrato de trabajo en España que duplicaba su sueldo rumano (500 euros mensuales), una comida diaria y una habitación en un piso compartido. Pero, al llegar a Madrid, los empleadores y su inversión
desaparecieron.

Desorientados como peonzas en sus últimas vueltas, dividieron el grupo. Octavio probó suerte primero en la capital. Después, en Zaragoza. Y terminó durmiendo al cobijo de uno de los puentes del río Ebro a su paso por la capital aragonesa.

Después de su viaje en 2002, más de 700.000 europeos del Este se han lanzado a la aventura española y la colonia cuenta ya con 832.029 personas (60% rumanos, 13% búlgaros, 7% polacos y 7% ucranianos) en situación regular en el país, según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Pero esta cifra no recoge los miles de trabajadores sin permiso y
temporeros que llegan cada mes.

La falta de renovación tecnológica y la debilidad de economías como la rumana ha provocado en los últimos años el cierre de grandes empresas en la órbita soviética. Y, con ellas, han llegado los éxodos demográficos. De Rumanía, han huido cerca de cuatro millones de ciudadanos de los 22 que viven en el país, aunque el Gobierno sólo reconoce la salida de dos millones. Octavio fabricaba piezas para excavadoras en una de las factorías que echaron el cierre y que dejó a 13.000 familias sin ingresos.

Pero en algunos complejos siderúrgicos los despidos han llegado a afectar a 55.000 hogares. 'Me quedé destrozado y cuando me ofrecieron trabajar en España, lo tuve que aceptar. Dejar allí a mi mujer y descubrir luego el engaño fue lo más doloroso', asegura.

Los abandonos de inmigrantes y las estafas como la que sufrió Octavio se han disparado en los últimos años. 'Es muy duro que alguien que conoces desde la infancia te engañe y te deje abandonado en otro país', explica la presidenta de la Asociación de Inmigrantes de Europa del Este, Ángela Placsintar. En su asociación, con sede en Alicante, el 90% de los solicitantes de ayuda en 2007 han sido víctimas de engaños.

Trabajar en el campo

En Zaragoza, Octavio pasó por tres albergues antes de instalarse en el margen del río. Un compatriota le habló del trabajo en el campo, pero el idioma y la falta de información dificultaron la búsqueda. En la provincia, los europeos del Este son la colonia más numerosa y fundamentalmente desempeñan labores agrícolas, frente a las de construcción y servicio doméstico que predominan en otras capitales como Madrid o Barcelona.

En su segundo mes en España, Octavio encontró un anuncio para trabajar en una granja de 1.200 vacas, cerdos y ovejas. Siete días de trabajo semanal y jornadas de 16 horas por 500 euros al mes. 'Cualquier cosa era mejor que vivir en el puente, pero me convertí en un esclavo', asegura. Dormía en una minúscula habitación, y las tortillas y los mendrugos de pan sustituyeron a platos típicos rumanos como el sarmale (masa de carne con arroz envuelto en hojas de parra) o el mici (rollo de carne picada a la parrilla). A pesar del tamaño de la colonia, los restaurantes rumanos o búlgaros no han proliferado mucho en España y apenas hay algunos en las zonas de mayor concentración como Valencia, Alicante, Madrid, Zaragoza o Barcelona.

La música manele de autores como Florin Salam (Florin El Salchichón, en español) o Nicolae Guta sí que ha conseguido un mayor calado en el país y brota como politono en los móviles de los más jóvenes. 'El manele es un género que equivale al de Los Chunguitos o Los Chichos en España', explica Daniel Velázquez, director del Centro Hispano-Rumano en Alcalá de Henares (Madrid). El género es de origen árabe y ha echado raíces entre las clases bajas de países como Rumanía o Bulgaria. Cantan al desamor, la emigración, los dramas personales... y 'no están bien vistos por los ricos', dice Velázquez.

Español y rumano, lenguas latinas

Las telenovelas tampoco tienen mucha aceptación entre las clases altas, pero son uno de los pilares del aprendizaje del castellano en Rumanía, el único país de la órbita soviética cuya lengua es latina. Desde la revolución de 1989, se han multiplicado en las televisiones y se emiten en español con subtítulos en rumano. 'Como los culebrones son casi todos sudamericanos, es más fácil aprender la lengua porque hablan más despacio que los españoles', dice Placsintar.

La mujer de Octavio, Tena (30 años), llegó a Zaragoza ocho meses después que él con escasas nociones de castellano. Trabajaron juntos en la granja y en 2004 nació su hijo, Carlos. 'Somos ortodoxos, pero no tenemos problemas para vivir en una sociedad católica como la española. A fin de cuentas, también son cristianos, ¿no?', dice Octavio.

Hace un año, consiguió un nuevo trabajo en la almazara de Almonacid de la Sierra, un pueblo tranquilo de 850 habitantes en la provincia de Zaragoza. 'Aquí soy feliz. Nunca había trabajado con olivas y ahora soy un experto en producir aceite', explica satisfecho. 'Pero lo más importante es que ya no me explotan'.Después de seis años, la familia ha pasado su primera Navidad en Rumanía. El viaje lo contrataron con una de las más de diez compañías de autobuses con rutas fijas entre las grandes ciudades del país (Arad, Brasov, Bucarest, Deba y Sebes) y las españolas.

En el trayecto, se cruzaron con decenas de emigrantes que, como Octavio en 2002, decidieron hacer las maletas y emprender la aventura española. Gracias a los convenios entre ambos países o a las redes ilegales.

Desde el 1 de enero de 2007, Rumanía y Bulgaria son países miembros de la Unión Europea, pero han firmado moratorias de trabajo con varios países para evitar grandes oleadas migratorias. Algunas alcanzan los siete años, pero en España el plazo es de dos y finalizará el 1 de enero de 2009. Entonces, el tránsito de residentes y trabajadores quedará liberado.

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