Este artículo se publicó hace 15 años.
Manuel Rodríguez, un embajador de la cultura española a través de la guitarra
Cuando Manuel Rodríguez padre emigró a Estados Unidos para ampliar el negocio y buscar fortuna, allá por los años sesenta, seguramente no imaginaba que su empresa, Manuel Rodríguez and Sons (e hijos), sería hoy un referente mundial en la fabricación de guitarras.
Rodríguez, que falleció recientemente, heredó el negocio de sus abuelos y delegó éste a sus hijos Norman y Manuel júnior.
En una entrevista con Efe, Manuel (hijo) se define como un firme embajador de la cultura española, de su arte, de su belleza y también del amor que le inculcó su padre por el oficio de lutier guitarrero.
"Cada día -explica- llevamos alegría al mundo y defendemos nuestra cultura de la guitarra clásica".
Para ello, añade: "intentamos hacer instrumentos que sean lo más exóticos posible, como una bella mujer, que tiene que expresarse y hablar".
Sus bisabuelos, impulsores del negocio, tenían seis hijos y vendían freiduría de pescado en la bahía de Cádiz, pero en diciembre de 1900 el hundimiento debido a un fuerte temporal de la fragata alemana Gneisenau, que se encontraba en las costas malagueñas, conllevó numerosos muertos, y consecuencias en la zona.
El negocio de la pescadería cayó en picado y los abuelos de Manuel decidieron buscar en la guitarra y el baile su sustento.
Comenzaba así la historia de una centenaria empresa familiar dedicada al negocio artesanal de la producción y venta de guitarras españolas.
Más de cien años después, en la fábrica situada en Esquivias (Toledo), en la que trabajan una treintena de personas, Manuel habla de su preocupación por la desvalorización del arte y explica cómo la empresa familiar ha tenido que apoyarse en una 'joint venture' en China para "capear la crisis".
China -dice- "nos ha salvado la facturación del año pasado y la de éste", ya que venden "más a países pobres que ricos" como a Panamá, Venezuela y Brasil.
Los principales importadores de guitarras "siguen siendo Japón, Estados Unidos y los países nórdicos" europeos, lugares donde hay más afición a la guitarra clásica que en España, según explica.
El 95 por ciento de las guitarras que se fabrican en la planta de Esquivias se exporta, a los cinco continentes.
La crisis económica ha motivado una reorientación estratégica del negocio que ha supuesto la reducción del treinta por ciento de la plantilla en Esquivias, debido a la amplia demanda de guitarras de calidad media-baja, fabricadas en China.
"En España fabricamos ocho o nueve mil guitarras al año a un precio medio de 1.500 euros, mientras que en China estamos dando salida a cerca de 15.000 unidades a un precio aproximado de 500 euros".
Más de ochenta modelos (entre guitarras clásicas y flamencas) cuya ventaja competitiva es "la belleza de las maderas tropicales (principalmente ébano, cedro, palo santo, abeto y arce), la calidad del sonido y la experiencia artesanal", según afirma Manuel.
Entre los clientes famosos de "una Rodríguez": Eric Clapton, Bruce Springsteen, Joaquín Rodrigo, Andrés Segovia o Paco de Lucía.
La imagen corporativa de la marca se refuerza con proyectos solidarios como el de Forest Stewardship Council, "para elaborar guitarras respetuosas con el medio ambiente", que consiste en proteger los bosques tropicales a través de la reforestación.
O el de la fundación del ex presidente estadounidense Jimmy Carter, que anualmente subasta una guitarra Rodríguez con fines benéficos destinados a África.
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