Este artículo se publicó hace 15 años.
Manuel Zelaya entra brevemente a Honduras y dice que actúa con "prudencia"
El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, proclamó, al pisar brevemente de nuevo territorio hondureño, 24 días después de haber sido derrocado por los militares, que él actúa con "prudencia", pero con "valentía".
"No tengo miedo cuando trabajo por un fin noble", declaró Zelaya a los numerosos periodistas locales e internacionales que lo rodeaban a su ingreso a suelo hondureño, donde estuvo durante dos horas antes de dar marcha atrás y volver a territorio nicaragüense.
"No tengo odio contra nadie", afirmó.
Enfatizó que él actúa "con prudencia, pero también con valentía. Sé defender mis derechos y no me dejo cuando alguien intenta ultrajarme", aseguró.
Zelaya ingresó a territorio hondureño procedente de Nicaragua por el puesto fronterizo de Las Manos, rodeado de colaboradores y decenas de seguidores, donde efectivos de las Fuerzas Armadas y de la Policía de Honduras mantenían un retén y una fuerte vigilancia.
Sin embargo, Zelaya se mantuvo en el puesto fronterizo del lado hondureño de la frontera, sin acercarse al lugar en el que estaba el retén policial y militar, en espera de su familia y seguidores que estaban retenidos por las fuerzas de seguridad a unos 12 kilómetros, según dijo a la prensa su esposa, Xiomara Castro.
"Ya estoy en territorio hondureño, pero no quiero confrontar a los militares", expresó Zelaya, y explicó que en Las Manos esperaría "buscar un arreglo, un diálogo" con las autoridades para que le permitan continuar hacia el interior del país.
Con su tradicional sombrero vaquero, camisa blanca y chaleco negro, el depuesto presidente afirmó que volvía a su país "en paz" y sin armas.
Zelaya pisó territorio hondureño alrededor de las 13.30 hora local del viernes (19.30 GMT), poco después de haber llegado al puesto fronterizo por carretera desde la ciudad nicaragüense de Estelí, a donde llegó desde Managua en su camino de regreso.
Dijo que regresaba "con plenas garantías, con plena seguridad de que estamos haciendo lo correcto", e insistió: "la libertad es un principio al que no voy a renunciar".
Con su regreso, enfatizó Zelaya, "hay una oportunidad de que el país vuelva a la calma" y termine la crisis política causada por su derrocamiento, el 28 de junio, cuando el Parlamento designó en su lugar a Roberto Micheletti, hasta ese día jefe del Legislativo.
El conflicto "se va a arreglar (...), este no es el fin del mundo", sentenció.
Consideró que Micheletti no sólo debe abandonar el Gobierno, sino que también "tiene que retirarse como presidente del Partido Liberal", en el poder, al que ambos pertenecen, y calificó de "una vergüenza" que haya participado en "un golpe de Estado".
Poco antes del ingreso de Zelaya, las fuerzas de seguridad tuvieron al menos dos escaramuzas con cientos de seguidores del depuesto gobernante que se encontraban en el retén en la salida de la localidad de El Paraíso, donde se les impidió seguir hacia Las Manos, situado unos 12 kilómetros al sur.
Al menos dos personas resultaron heridas leves, en los incidentes -un policía que recibió una pedrada y otra persona que sufrió una rozadura de bala-, según los medios locales.
Además, el Gobierno de Micheletti impuso un toque de queda especial para la región fronteriza con Nicaragua, a partir de las 12.00 hora local (18.00 GMT).
Zelaya entró brevemente a Honduras a pesar de los llamamientos de la comunidad internacional y de diversos sectores políticos y sociales hondureños para que no lo hiciera, porque podía generar una situación de violencia.
El ministro hondureño de Defensa, Adolfo Sevilla, reiteró a la prensa que Zelaya iba a ser "capturado de inmediato" de cruzar el puesto fronterizo, e indicó que se respetará "su dignidad y se le va a proteger su familia".
Sobre Zelaya pesa una orden de captura por delitos cometidos en el proceso para celebrar, el 28 de junio, una consulta para promover una Asamblea Constituyente, que fue declarada ilegal por varios órganos del Estado porque violaba la Constitución hondureña, pero que quedó frustrada por su derrocamiento.
Micheletti sostiene que no hubo golpe de Estado contra Zelaya, sino una "sustitución constitucional", pero su Gobierno no es reconocido por la comunidad internacional, que insiste, empero, en que los dos continúen el diálogo auspiciado por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en busca de una salida a la crisis.
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