Este artículo se publicó hace 15 años.
Mario Gas, entre Rubianes y Sam Mendes
El director del teatro Español, que imparte un curso en la UIMP, cree que no existen épocas ni géneros teatrales más válidos que otros
Aunque prefiere no darle tratamiento periodístico al asunto, Mario Gas no ha olvidado el caso Rubianes, uno de los pocos momentos duros que ha tenido en su etapa al frente del Teatro Español, propiedad del Ayuntamiento de Madrid, cargo en el que lleva más de cinco años.
El escenógrafo, que dirige estos días un curso de dirección e interpretación en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), afirma que siempre ha querido hacer Todos somos Lorca, la obra que en 2006 se cayó de la programación del Español tras declarar su creador, el ya fallecido Pepe Rubianes, en un programa de la televisión catalana que a él "la unidad de España se la sudaba por delante y por detrás". Mario Gas recuerda que fue el propio Rubianes el que decidió retirar la obra tras una conversación conjunta con él y con la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Alicia Moreno.
Una vez fallecido el humorista, ¿se plantea Mario Gas representar la obra en el Español, como una especie de homenaje póstumo al artista? "Yo siempre quise hacer la obra. Por lo tanto, quedan ahí unos puntos suspensivos", afirma el director, quien define así el incidente: "Rubianes era un humorista que se metía con todo títere viviente y hemos de tener la salud mental de poder asumirlo. Cuando algunos quieren hacer de esto una pelota más grande y avivar las llamas del enfrentamiento, a los que hay que preguntarles por qué alborotan es a ellos".
Gas reseña que incidentes como este último han sido aislados en su etapa de director del Español, que califica de muy positiva. ¿Seguirá cuando finalice la temporada 2012, hasta la que tiene contrato? "No se puede uno perpetuar en un cargo público. Yo considero que cuatro años es un periodo exiguo y que en ocho hay tiempo suficiente para dejar un eslabón. Si no se ha hecho es porque no se ha sabido o no se ha tenido la pericia suficiente". Su continuación, por lo tanto, está en el aire. "Depende de cómo se planteen las cosas. Si es para ampliar, mejorar y abrir el teatro, la respuesta podría ser sí".
Mario Gas, que cita al dramaturgo Peter Brooks como uno de sus favoritos, afirma que no es mitómano y que de cualquier puestaen escena puede sorprenderle algo.
El director escénico apuesta a menudo por traer compañías prestigiosas internacionales, lo que le ha hecho contratar por tres años (este fue el primero) al director británico Sam Mendes y su The Bridge Project, cuyas entradas se agotaron en su visita a Madrid. "Cuando hay un espectáculo que conecta se producen avalanchas, nunca tendrá nada que ver con la que se produce en un campo de fútbol o en una actuación de música rock, pero es una hormiga que va trabajando, taladrando el muro y dejando huella, y que permite al espectador ser muy adulto, porque le da tiempo a emocionarse, a reflexionar, a llevarse la historia a su casa y ver qué le ha pasado con eso", reflexiona.
Gas se niega a elegir una época determinada como su favorita. "Si de repente, el señor Eurípides plantea lo que plantea en Las Troyanas y resulta que la gente lo coloca subliminalmente en varios puntos del planeta con cosas que están ocurriendo, el texto sigue siendocontemporáneo", afirma. Tampoco prefiere ningún género, a pesar de que ha tocado casi todos. Quizás esa heterogeneidad es la que le ha hecho decidirse por la zarzuela barroca La Clementina de Boccherini para su próximo montaje.
¿Y qué hay del campo menos conocido del multifacético Gas, el doblaje? "Sigo doblando a algunos actores, como Geoffrey Rush, me sirve de vía de escape", concluye.
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