Este artículo se publicó hace 14 años.
Mario Vargas Llosa no dejará que el Nobel "lo convierta en estatua"
El escritor peruano reconoce desde Estocolmo que Wikileaks es "fabuloso", pero también "peligroso para la democracia"
Apareció con un semblante serio en la sala de la Academia sueca, que hoy acogerá su discurso de recepción del Nobel de Literatura, bajo el título Elogio de la lectura y la ficción. Allí le esperaban los medios de comunicación, que le pidieron por favor que sonriera: "Una sonrisa, don Mario", le sugirió un periodista peruano. Mario Vargas Llosa, que apareció acompañado por su esposa, Patricia, se justificó: "Es que esas cámaras intimidan mucho". Y confesó: "El Nobel es una experiencia que ha trastornado mi vida de disciplina y de trabajo".
Mario Vargas Llosa continuará con sus "anhelos y proyectos" de escritor sin que el Premio Nobel de Literatura, que recogerá el próximo viernes día 10 en Estocolmo, haya trastocado un ápice su tarea de fabulador y cronista de su tiempo. "No me voy a convertir en una estatua, ni me voy a dejar enterrar por este premio", dijo el autor ayer, tras declararse feliz ante los medios, con los que conversó en español y en inglés sobre literatura y sobre la actualidad política y social.
El autor dijo que en la fábula no quiere "dar mensajes" y sí "contar historias"
Más relajado, el autor de La casa verde dio su lección sobre lo que es la literatura: "Su función más importante es enriquecer nuestras experiencias con historias imaginarias que den mayor profundidad a nuestras ideas, que enriquezcan nuestra sensibilidad y aumenten nuestro desasosiego y actitud crítica frente al mundo", y dejó claro que en sus fábulas no quiere "dar mensajes" y sí "contar historias".
Ahora bien, sobre su discutido posicionamiento político aclaró: "No soy neoliberal, soy liberal, alguien que cree en la democracia, en la libertad, en contra de toda forma de autoritarismo y totalitarismo", subrayó, para pronunciarse a continuación sobre el caso de revelación restringida de información por parte de Wikileaks.
Opinión ambigua"No soy neoliberal, soy liberal, alguien que cree en la democracia"
Mario Vargas Llosa dijo tener en este caso una opinión "contradictoria". Por una parte, al autor de Los jefes le parece "formidable la transparencia" y que todo "salga a la luz", porque "nos defiende" contra las "intrigas" y las "mentiras de la vida política y el poder". Pero, por otra parte, reflexionó que, si desaparece toda forma de "confidencialidad" y "privacidad", no ve "cómo podría funcionar un Estado". "La esencia misma de la democracia se vería en peligro", mantuvo.
Por el contrario, Vargas Llosa sí ofreció una respuesta clara a los problemas del narcotráfico en México, y se mostró partidario de "descriminalizar" las drogas e invertir el dinero de la lucha en planes de curación y prevención. "La idea de la legalización ha ido abriéndose paso", dijo el también premio Cervantes.
Al volver la mirada a su país, parte de cuya historia queda reflejada en El sueño del celta la novela más solicitada en la recién clausurada Feria del Libro de Guadalajara, en México, el autor se preguntó por qué los peruanos no han sido capaces de "desagraviar a los indígenas por las atrocidades" cometidas en la época de las explotaciones de caucho.
Recordó a Flaubert y Sartre y confesó que el Nobel se lo daría a Borges
No obstante, el escritor, que fue candidato presidencial en su país "por unas circunstancias especiales", está convencido de que Perú "vive una democracia, aunque sea imperfecta". "Nos ha traído convivencia en la paz. Las secuelas de la dictadura van desapareciendo, y mi esperanza es que esa democracia se refuerce y no vaya a dar un paso atrás", apostilló. De Perú le han conmovido todas las manifestaciones de cariño y cómo los peruanos han recibido el Premio Nobel, que el autor asegura otorgaría a Jorge Luis Borges.
También tuvo palabras para otro maestro: Flaubert, a quien leyó entusiasmado de joven y de quien aprendió la disciplina que lleva a un escritor a sentarse ante las páginas en blanco. Tampoco olvidó la influencia que sobre él tuvo Sartre y el escaso humor que plasmaba en sus páginas. "No hay una sonrisa en toda su obra", dijo. "Yo he ido incorporándolo a partir de Pantaleón y las visitadoras".
Cuando le preguntaron por el saque de honor que realizó el pasado domingo en el estadio Santiago Bernabeu de Madrid, Vargas Llosa acabó soltando una risotada, la misma que al principio del encuentro le había costado. "Ya verán cómo nombro a Barcelona en mi discurso", dijo de un resuelto buen humor.
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