Este artículo se publicó hace 15 años.
Maruja Torres que "Esperadme en el cielo" es también la historia de su "resurrección"
De azul eléctrico el vestido, eléctrica ella, la escritora y periodista Maruja Torres ha presentado hoy su última novela "Esperadme en el cielo", ganadora del Premio Nadal, y que, asegura, es también la historia de su resurrección, "de volver a ser la que era, y no por ser mayor ser resignada".
Durante una rueda de prensa junto al editor Emili Rosales, la autora barcelonesa, que ahora vive en Beirut, ha dado muestras de su nueva vitalidad y ha explicado que los cambios en su existencia se empezaron a gestar cuando, muertos sus amigos Manuel Vázquez Montalbán y Terenci Moix, se sintió "mutilada", sin dos de sus pilares.
Además, viajó hasta Alejandría (Egipto) para arrojar allí parte de las cenizas de Terenci, junto con familiares y amigos, y se dio cuenta "de lo mucho que echaba en falta Oriente".
Así que, al cabo de poco, se fue al Líbano y allí la pilló en verano de 2006 la guerra con Israel. "Decidí quedarme y cambiar de vida. La Maruja aventurera que ya no podía ser reportera se daba a sí misma los escenarios de la acción", apostilla.
Vázquez Montalbán y Moix, subraya, volvieron a ella en aquel país, como ya lo habían hecho unos meses atrás en los pasillos de su piso.
"Empecé a escribir de carrerilla, de café en café y de merendero en merendero de Beirut, con mi portátil, este cuento en el que suceden maravillas, porque son las que me ocurrieron a mí", ha recordado.
Viaje literario y onírico, "Esperadme en el cielo" (Destino) es un relato de apenas 192 páginas en el que la narradora (Maruja, aunque nunca aparece su nombre) y sus entrañables amigos Manolo y Terenci se encuentran en un paraíso laico, recuperan la infancia, comen sin sufrir por el aumento de peso, y llegan a volar en una alfombra mágica, tal como ocurría en la película "El ladrón de Bagdad".
La escritora Ana María Matutes dijo ayer de la novela, de la que se han lanzado 50.000 ejemplares, que empezó a leerla anteayer por la tarde y no pudo dejarla hasta la madrugada, llorando y riendo, mientras que el crítico cinematográfico Jaume Figueres espera que haya una segunda parte, algo que no pasará, según ha afirmado Torres.
Transmutada en algunas secuencias en Alicia en el País de las Maravillas y en otras en Wendy, dice, asimismo, que ella aparece "peor" de lo que es, porque, argumenta: "tenía que haber en el libro una autocrítica contra el autor consagrado y eso me lo cargué a mí, aunque no sea así".
Novela generacional, asevera: "escribirla me ha hecho muy feliz, me ha servido de catarsis, de psicoanálisis. Me gusta mucho arreglarme la vida con la literatura. La realidad es muy cabrona", mantiene.
Sin rótula, subiendo y bajando a diario las escaleras que la llevan hasta su vivienda en Beirut, Torres advierte que hoy continua siendo "la mujer absurda" que ha sido siempre, "capaz de aventuras que la gente sensata no aborda".
Preguntada sobre el actual momento del periodismo, indica que "no se acaba, pero estamos ante la peor crisis económica y de cambios que ha habido nunca y la desgracia es que por arriba lo está gestionando la gente peor y, por debajo, los sindicatos han perdido el sentido de la realidad".
Sin embargo, no pierde la esperanza y alienta a los jóvenes periodistas y a los que todavía quieran dar batalla a "esperar, a ofrecer ideas nuevas, a crear periódicos pequeños, porque lo importante es escribir, que te lean, formar, pasar la memoria histórica y también la histérica".
Son tiempos duros, precisa, pero advierte de que "el miedo es lo peor para un periodista".
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