Este artículo se publicó hace 15 años.
Más de 150 muertos por inundaciones y deslaves en Filipinas
Los servicios de rescate retiraban más cadáveres el sábado de una pequeña aldea en las montañas en el norte de Filipinas sepultada por el lodo, mientras la cifra de muertos por los corrimientos de tierra y las inundaciones provocados por las fuertes lluvias aumentó a 153, dijeron las autoridades.
Además, encargados del servicio de ayuda calculan los daños totales en cerca de 2.000 millones de pesos (casi 30 millones de euros), incluidos 1.600 millones de pesos en cosechas perdidas.
Los equipos de emergencia comenzaron a despejar los principales caminos en al menos 16 provincias del norte de la isla de Luzón, la principal del archipiélago, mientras los cielos se despejaban y las inundaciones comenzaban a ceder, permitiendo que los efectivos de rescate accediesen a aldeas y pueblos inundados.
Pero la ciudad de Baguio, conocida como la capital de verano del país, situada en la provincia montañosa de Benguet, 250 kilómetros al norte de Manila, permanecía totalmente aislada por rocas y tierras sueltas por las lluvias que trajo el tifón Parma.
"Tengo malas noticias hoy, porque un total de 153 personas han muerto en las inundaciones y deslaves en el norte", dijo a los periodistas el teniente coronel Ernesto Torres, portavoz de la agencia nacional de desastres, y agregó que espera que la cifra aumente debido a que decenas de personas están desaparecidos.
"Nuestros equipos de rescate están trabajando constantemente para buscar más víctimas, debido a que una aldea completa fue sepultada por tierra suelta por las fuertes lluvias de la tormenta Parma", declaró.
Parma azotó Filipinas el sábado pasado y se mantuvo en la región cerca del norte de Luzón durante la semana. Desde entonces se ha debilitado y se ha convertido en una depresión tropical, avanzando hacia el mar.
Torres dijo que Benguet fue la ciudad más afectada, con más de 130 muertos en los corrimientos de tierras, incluidos socorristas que intentaban retirar cadáveres de casas derrumbadas.
Además de favorecer los deslaves en las montañas, la lluvia hizo crecer ríos y lagos, obligando a las presas utilizadas para la energía hidroeléctrica e irrigación a liberar agua y causar más daños en las zonas río abajo.
Cerca del 80 por ciento de la provincia litoral de Pangasinan en el noroeste de Filipinas fue inundada y más de 50.000 personas fueron evacuadas de zonas de baja altitud, dijo Eugene Cabrera, jefe de la agencia regional de desastres, en una entrevista radial.
Las inundaciones y deslaves se producen dos semanas después de que otra tormenta, Ketsana, inundara zonas de la capital y sus alrededores, causando al menos 337 muertos y obligando a medio millón más a huir de sus hogares.
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