Este artículo se publicó hace 15 años.
El matón más canalla del Caribe
Rock el brasileño atemorizó los mares con crueldad y sadismo
Era un hombre robusto, de estatura regular, fuerte, derecho y musculoso. Bajo una mirada orgullosa y penetrante se escondía un hombre terrible, sádico y letal. Un enemigo de la especie humana especialista en amedrentar a los débiles. Y Rock el Brasileño, rostro repugnante y risa sarcástica, un buscavidas diestro en el noble arte del sable, tampoco dudaba con la pistola.
Su nombre hacía temblar a los barcos españoles, que temían las incursiones de este pirata nacido como Gerrit Gerritszoon en Groningen, Holanda, en torno al 1630. Desde temprano causó pavor en lo más profundo del Caribe. De joven, su padre, comerciante, llevó a su familia a los territorios holandeses en Brasil. Los portugueses les arrebataron las tierras y muchos regresaron, pero Rock no capituló y se trasladó a Jamaica.
Se comportaba como un demente y siempre deambulaba borracho, sin controlAunque algunas crónicas le definen como un hombre tranquilo y estudioso aprendió portugués, francés y español, Rock no tardó en unirse a los bucaneros locales como tripulante de un pequeño buque de piratas, rateando por las costas de Cuba. Tras el pertinente motín, los piratas le eligieron capitán y comenzó sus terribles hazañas con el abordaje de un navío cargado de mercancías. Con el tiempo, su crueldad se haría famosa en todos los mares. Corsario en Bahía, se trasladó a Port Royal, y fijó su saña en los ricos galeones españoles.
Salvaje, borracho, depravado, se dice que Rock disparaba a cualquiera que no quisiese beber con él. Deambulaba totalmente descontrolado y se comportaba como un demente. Contra los españoles cometió las peores atrocidades imaginables. En una ocasión, quemó a dos granjeros porque se negaron a entregarle sus cerdos. Exigía a sus prisioneros que le informasen dónde ocultaban el dinero que poseían y, si se negaban, ordenaba que los cautivos fueran atravesados por un palo y les asaran vivos.
Viejas costumbres piratasRock cometió las peores atrocidades imaginables con los presos españolesDurante otra incursión, una tempestad arrojó su nave sobre las costas del Yucatán, donde zozobró, aunque salvó la vida milagrosamente. Rock se dirigió al Golfo Triste, lugar de cita de la Cofradía de los Hermanos de la Costa. En el camino esperaban españoles bien armados. Rock arengó a su gente: "Valor, mis hermanos. Tenemos hambre, pero pronto tendremos comida. ¡Jamás tengáis miedo!". En un salvaje abordaje, perdió sólo a dos hombres y continuó su camino.
Los piratas tomaron un navío que venía de Nueva España hacia Maracaibo cargado de diversas mercancías y un número considerable de reales de a ocho. Los españoles viajaban para comprar cacao. Los piratas se lo llevaron a Jamaica. Rock y su gente, como era costumbre, dilapidaron en bien poco tiempo su dinero en tabernas y burdeles.
Otro encontronazo con un galeón español que se dedicaba al tráfico del palo Campeche no fue tan provechoso. Consiguieron echarle mano y el Brasileño fue encerrado. Pudo escapar de las mazmorras escribiendo una carta al gobernador español, en la que amenazaba con no dar cuartel ni a él ni a sus habitantes desde un barco anclado a poca distancia de la costa. El gobernador, aterrado, liberó al Brasileño y a sus cómplices tras hacerles jurar que cesarían en su empresa.
Rock continuó su carrera delictiva y se rodeó de piratas ilustres a su altura, como Henry Morgan o El Olonés. Desapareció sin dejar rastro en 1671. Nadie informó sobre su muerte o captura, ni tampoco de su retirada por la persecución de las autoridades españolas.
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