¿Cómo lleva anímicamente las críticas del PP?
Muy mal. No estoy acostumbrado a que me acosen ni den órdenes. No lo tolero. Más cuando calumnian y dicen barbaridades.  

¿Al ser nombrado tenía conciencia de que el PP esperaba que cumpliera sus dictados?
A mí se me pide ser vocal al salir de la Cope. Llegué allí en 1997 para levantar la audiencia de Barcelona. Pedro Díez me promete que me darán la tarde en la cadena si la cosa funciona. Y funciona, pero muere Antonio Herrero y todo se trunca. Me echaron rescindiéndome el contrato, entre otras cosas, por no hablar catalán. Es entonces cuando el PP me pide lo del CAC y acepto. Puse la condición de dejarlo en un año o año y medio para volver a los medios. Losantos dice que me echaron. Pero que diga la verdad, que está en los juzgados, si tiene huevos: me echaron por no hablar catalán. Para mi era fácil votar lo que me decía el PP. Si voto a favor es porque estoy convencido de que el sistema ha sido limpio y la forma de hacerlo correcta. Mis compañeros han trabajado miles de horas y yo me fío de los criterios y los resultados del CAC.

¿Y lo de Del Olmo?
Pasó antes. Todo iba bien y al cabo de tres días de estar yo en su casa me echó del programa sin dar la cara después de 20 años. La relación era tan mala que después presionó para que me echaran también de Onda Cero.

¿Qué relación tiene usted con Sánchez Camacho?
No la conozco. La única vez que hablé con ella es porque me llama el día antes de la concesión. Yo conocía a los de antes. Cuando me quieren hablar del asunto el primero que me llama es un empleado del PP: el jefe de prensa, Eladio Jareño.