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"¡La que me han dado los medios con el rollo de la mujer del torero!"

Cantaora. Casi tanto como subiéndose a un escenario a cantar, disfruta haciendo sentir bien a la gente y probando cosas 'por primera vez'

ÁNGEL MUNÁRRIZ

Ccon la aplastante naturalidad de quien tiene el talento como sexto sentido, Estrella Morente agarra la pizarra, hace un dibujito y escribe 'Misionera'.

'¿Te parece bien?', pregunta luego al periodista. Imposible decir que no. En principio podría parecer complicado arrancarle a Estrella, hija del cantaor Enrique Morente y de la bailaora Aurora Carbonell, una vocación primaria al margen de la música, sobre todo al saber que cuando acabó la gira de Omega, con la que se recorrió toda España con 14 años, dijo en casa con toda firmeza: 'No quiero ir más al cole. Esto es lo mío'.

Pero no, no es tan complicado. Porque en todo lo que dice esta chica de 28 años, madre de Estrellita, de 7, y de Curro, de 4, hay un hilo que está aún más presente que el arte o que el cante. Su deseo de hacer felices a los demás, de estar cerca de la gente.

¿Cursiladas? No, si quien lo explica es ella, con su sonrisa desenfadada. 'A mí el divismo, esa gente que cree que vive en otro mundo, me parece una pérdida de tiempo importante. ¿Qué quieren, que nadie se les acerque? A veces es mejor ni conocer al artista. Dices: ¡Qué pedazo de cantaor, de pintor!. Y luego lo conoces y piensas: Qué asco de persona. Oye, me apetece una cervecita. Vamos a echarla, ¿no?'. Otra vez, el no es imposible.

Ella recalca que los medios ofrecen una imagen de ella alejada de la realidad, y no sólo por 'la que han dado con el rollo de la mujer del torero [Javier Conde]'. También en el plano musical. 'Te ven en el escenario, la pose, la silla de anea, el moño, los volantes y las ondas, y claro, a ver quién cambia esa imagen', explica.

Pero no le preocupa que su nombre se asocie automáticamente a un estilo concreto. Lo asume como parte de una carrera a largo plazo. Eso sí: no tiene la más mínima intención de ejercer de dama del flamenco pegadita al rol que le asignan otros. 'Ahora tengo que hacerme una base, para luego volar'.

Y advierte, sonriente: 'Soy tan saltarina como mi padre, que ahora anda loco con la música electrónica'.

Si a Estrella se le ha subido el reconocimiento unánime, el éxito en España y el doctorado internacional en Nueva York, donde puso en pie a 3.000 personas en el Carnegie Hall, pues no se le nota nada. Más que pensar en subir más y más alto, tiene en mente probar más y más músicas. Y, en el futuro, dar salida a su inquietud de misionera colaborando en proyectos de cooperación.

En lo que menos interesada parece es en evocar noches de gloria pasadas. De hecho, se detiene sólo en dos actuaciones que no forman parte de sus greatest hits: una velada con tropezón y tortazo de espaldas en la Maestranza de Sevilla carcajada incluida al recordarla y una especie de horror vacui en el Palau de la Música de Barcelona. Repasa ambos instantes para ilustrar que, según ella, 'la música hay que sentirla, siempre'. 'Si no hay pellizco, no eres artista'.

En Sevilla, por ejemplo, tras el trompazo de espaldas que como cualquiera de su género es intrínsecamente ridículo, se levantó y siguió cantando 'como si nada'. 'Me quedé patas arriba. Y me dio igual, estaba a lo mío'. En Barcelona tuvo el mal día. 'Me quedé sin sentir. Paré de cantar y me fui'. ¿Qué pasó? Nada que el talento como sexto sentido no pueda arreglar. 'Volví y me disculpé. Les dije que me había ido porque no se merecían que les cantara sin sentir'. Claro, la ovación fue de lujo. Así cualquiera.

Estrella reparte su vida entre Málaga, donde sus hijos van al colegio, y Granada, de donde es su familia. Aunque tiene poco tiempo libre, es un ejemplo de ocio diversificado.

'Me gusta pintar, aunque meto la pata porque me mancho toda la ropa. Y también cocinar. Hace poco vi un programa sobre El Bulli, y desde entonces ando probando cosas...'. En general, lo suyo es 'hacer cosas por primera vez'. Un ejemplo sorprendente: 'He aprendido a torear, y me encanta. La última vez, en la finca de Dávila Miura, le canté a la vaquilla dándole los pases'. Se ríe. 'Es raro, ya lo sé, nunca lo había contado'.

Y tampoco nunca había conseguido nadie colarle a este diario, tan poco atento a la fiesta nacional, un párrafo taurino con pase incluido. Lo dicho: pocas cosas se resisten a Estrella Morente.

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