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Medallas comunistas entre risas y zapiekanka

Tomasz pasa los domingos al sol en los mercadillos populares

CARLOS FUENTES

A Dorota Malecka los mercadillos populares le saben a días de encuentros con sus amigos, domingos de vida social al sol. Porque en su ciudad, Cracovia, siempre fue así: 'Cuando era pequeña, mi madre casi siempre lo compraba todo en el mercadillo. En nuestro barrio había uno con mucha comida (fruta, verdura, quesos, flores...), pero también algo de ropa y cosméticos. Era como el prototipo de los centros comerciales de hoy', explica esta joven polaca, que cursó Sociología en su ciudad natal antes de trasladarse a Bilbao para estudiar en la Universidad de Deusto. Malecka, de 26 años, aprovecha sus visitas a Cracovia para ponerse al día con familiares y amigos.

'Antes comprábamos muchas cosas, pero ahora la función de los mercadillos es más que nada social, un punto de encuentro con amigos. La actividad comercial dura unas cuantas horas, así que siempre aprovechas para buscar alguna cosa que necesitas y ver a los amigos. Para la gente mayor, el mercadillo sí es más importante. Mi madre va con sus amigas, hablan de sus cosas, intercambian recetas, compran fruta, verdura'.

'La función de estos rastros es social más que de compra, es un lugar de encuentro con los amigos'

También en Cracovia, Tomasz Lelek suele ir a los puestos callejeros que los sábados se instalan en la avenida Josefa Dietla. Busca libros, discos y antigüedades entre recuerdos de la época comunista, ropas militares y medallas con la hoz y el martillo. Este arquitecto de 28 años participa en movimientos ciudadanos para mejorar la ciudad. 'Nuestro Proyecto Miejski se abre al ciudadano para recibir propuestas sobre el funcionamiento de los espacios públicos', cuenta Tomasz, que antes de volver a Cracovia estudió Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid.

'Queremos escuchar a expertos, artistas y activistas, pero también a los vecinos', señala este joven desde Plac Nowy, otro lugar singular de Cracovia. En esta zona, antiguos edificios del siglo XVII y XVIII albergan a colectivos de artistas, cafés de ambiente animado y mucha vida nocturna. 'Y también hay espacio para venta callejera, tiendas de antigüedades, objetos de colección y puestos al aire libre con recuerdos típicos, verduras y bisutería', indica Tomasz mientras merienda un zapie-kanka: media baguete con queso, champiñones y aceitunas.

¿De dónde viene la tradición polaca por la compra-venta? 'Quizá no sea muy diferente a otros países del norte de Europa, donde ahora está muy de moda comprar objetos antiguos y volver a las costumbres de antes, eso que en inglés llaman vintage', explica Dorota Malecka, que pone como ejemplo de este auge el gran mercado dominical de Kolo, en el barrio homónimo de Varsovia.

Es en la capital de Polonia donde los paseos entre muebles de época, libros antiguos y jarrones del siglo pasado pueden ser interminables. Y, además, se puede ir a llenar la cesta de la compra. 'En un país con tanta tradición agrícola como Polonia, mucha gente aprovecha el día de descanso para pasear con familiares y amigos y para comprar la comida de la semana, en especial verduras, frutas y flores. Mi madre lo hace todos los sábados en Cracovia porque puede comprar directamente a los agricultores, los productos son más frescos y los precios más baratos', concluye Tomasz.

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