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Memorias del subsuelo

Una lección de Prehistoria con casco y linterna en un recorrido por el paraíso subterráneo de Cantabria.

ESPERANZA MORENO

Hay maneras y maneras de sentirse un verdadero aventurero, pero una de las más sugerentes es preparar casco y linterna y lanzarse a emprender uno de los recorridos más sorprendentes diseñados por la naturaleza. La singular orografía de Cantabria ha dado origen a una colección de cuevas de origen cárstico que, con un increíble valor artístico, geológico e histórico, conforman un verdadero museo subterráneo. Cargadas de estalagmitas, estalactitas, columnas o coladas que no parecen respetar las leyes de la gravedad y con fascinantes evidencias de la huella de sus prehistóricos moradores, invitan a planear una escapada bajo tierra y vivir experiencias infinitas.

Covalanas
Su sobrenombre las cueva de las ciervas rojas ya anticipa lo que esconde este estrecho espacio cavernoso situado en una ladera del monte Pando, en Ramales de la Victoria. Dos series de puntos, como si se tratase de señales indicadoras, llevan hasta un rebaño de ciervas que relatan historias de hace 20.000 años.

El Pendo
Esta cueva situada en el municipio de Escobedo de Camargo es un espacio monumental y así les debió parecer a los que lo habitaron, desde el Homo Neardentalensis hace 84.000 años al Homo Sapiens durante el Paleolítico Superior y la Edad del Bronce. Lo más llamativo de su interior: el Friso de las Pinturas.

El Castillo, Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas
La imaginación vuela cuando se penetra en cualquiera de estas cuevas situadas en el entorno de Puente Viesgo. Si en la primera sorprende la sala del bisonte en escultura, en Las Monedas son las 17 figuras de animales, en su mayoría caballos. No visitables pero del mismo interés las otras dos restantes.

Hornos de la Peña
Tras contemplar la imponente visión del valle del río Tejas desde la boca de esta cueva situada en Tarriba, San Felices de Buelna, hay que entrar en su interior con casco y ligeramente agachados para acceder a este surrealista escenario que tiene como recompensa el camarín final y un peculiar antropomorfo fechado hace unos 14.000 años.

El Soplao
Más que una expedición geológica, el recorrido por esta antigua mina de zinc de Rábago es toda una experiencia que comienza cuando se sube al tren minero que lleva a las galerías de La Gorda y Los Fantasmas. Curiosas y excéntricas formaciones de helectitas de calcita y aragonito o estalactitas blancas son algunos de los tesoros que oculta.

Altamira
Mucho más que un conjunto de pinturas paleolíticas, Altamira, en Santillana del Mar, es también museo y centro de conservación e investigación. La visita a la Neocueva ofrece una reproducción exacta de la misma y de sus pinturas, especialmente del conjunto de bisontes de su sala polícroma que le ha validdo el sobrenombre de la Capilla Sixtina del arte cuaternario, pero también de las ‘máscaras' de su tramo final o Cola de Caballo.

Chufín
El lago interior localizado al final de la cueva es el gran secreto que esconde esta cueva situada en Riclones, en el valle del río Nansa. Tras un corto paseo entre la vegetación o en barco se accede a su interior, que guarda un importante colección del bestiario animal de intenso color rojo y dibujos que hablan de anatomía humana.

La Garma
No es visitable, pero la sucesión de galerías de esta cueva de Ribamontán al Mar, frecuentadas por el hombre a lo largo de 80.000 años, también forma parte del patrimonio subterráneo de Cantabria, en cuyo interior se encontraron gran cantidad de huesos e instrumentos.





https://museodealtamira.mcu.eswww.elsoplao.eshttps://cuevas.culturadecantabria.com/

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