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Menorca para "gourmets"

Más allá del magnetismo de sus calas y playas paradisíacas, la más septentrional de las islas Baleares se ha convertido en los últimos años en un referente gastronómico mediterráneo de primer orden.

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Hay mil argumentos para recalar en Menorca: arenales de postal como los de Macarella o Cala en Turqueta, los serenos biorritmos que aún pautan la cotidianidad de la isla, el legado prehistórico menorquín, con maravillas como la Naveta des Tudons... O, sencillamente, descubrir la isla a través del paladar, buceando en sus sabores y su rica herencia gastronómica. Eso lo saben bien los gourmets que recalan en la isla para regodearse en la autenticidad mediterránea que aún pervive en la cocina menorquina, ya sea redescubriendo sus coordenadas culinarias clásicas, desde Cranc Pelut o Es Pla en el Fornells, o dejándose seducir por las propuestas de jóvenes chefs locales.

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Entre los primeros, no hay duda: el restaurante Ca N'Aguedet, en Es Mercadal, es toda una institución. Y es que su matrona, Águeda Vadell es, a sus 86 años, la mejor guía para zambullirse en el acervo gastronómico menorquín. "Mis padres empezaron sirviendo comidas hace más de 50 años y yo aprendí de ellos recetas de toda la vida", rememora con pasión y una sonrisa perenne en los labios mientras comparte con los comensales curiosos los secretos de platos antiguos menorquines en los que perviven el sabor del tiempo: barquetes de berenjenas y cebollas rellenas, caracoles con cangrejo, el inconmensurable y ancestral arròs de la terra...

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No menos mítico es C'an Bernat d'es Grau, una taberna de pescadores en cuyas mesas de tosca madera se sirven, desde 1953, delicias como la cigala menorquina frita o el cap roig y los salmonetes más frescos de la isla. Con semejante carta de presentación no hay secretos. "Cuatro barcas de pescadores de la zona nos sirven a diario el pescado y el marisco", explica Jordi Brotons, uno de los camareros, mientras entre sus manos porta una de las especialidades de la casa: una ración de ortiguillas de mar, anémonas cuya gelatinosa esencia estalla en el paladar como un pedazo de mar.

Vanguardia isleña
El trabajo del chef Víctor Bayo en el restaurante Ses Cotxeries d'Alcaufar Vell, que se sintetiza en tres premisas: refinamiento, creatividad y una defensa a ultranza de los productos autóctonos. Entrantes como el crujiente de botifarró y fruta de la pasión, la cazuelita de queso de Mahón o la coca de sofrit de s'àvia Nina son una declaración de intenciones que se proyecta en el mosaico de platos que configuran la carta, donde el respeto por la herencia de sabores menorquines no es incompatible con la implementación de la sofisticación.

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