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Mercedes Belbel: "La jerarquía católica es misógina y homófoba"

Mercedes Belbel, psicóloga, es una de las organizadoras de las Jornadas Feministas que conmemoran el congreso histórico de 1979

OLIVIA CARBALLAR

Ha estado más de 20 años trabajando con víctimas de la violencia de género, participó en la lucha antifranquista y fue una de las mujeres que se dejó la piel por lograr derechos como el divorcio. Mercedes Belbel (Granada, 1955) es una de las organizadoras de las Jornadas Feministas Estatales que comenzaron ayer en Granada, el encuentro nacional más importante que conmemora el congreso histórico de las mujeres en esa misma ciudad hace 30 años. Ella también estuvo ahí en 1979 y, aunque admite mayores cuotas de igualdad, lamenta que siga sin haber una ley de interrupción del embarazo que permita abortar a las mujeres que lo necesiten en las mejores condiciones posibles. 'Por señalar sólo un aspecto de la cuestión', matiza.

'Se hace un flaco favor a las mujeres cuando se las considera víctimas'

¿Qué ha cambiado y qué sigue sin mejorar?

Los derechos políticos han ido por delante de los derechos sociales y las costumbres, porque el imaginario social es mucho más difícil de transformar.

¿Cuáles son los problemas de la mujer de hoy?

La mayoría de las mujeres mayores tienen un poder adquisitivo muy bajo. Tenemos que trabajar mucho más porque el trabajo no remunerado en relación a los cuidados sigue dependiendo de nosotras. Las jóvenes encuentran trabajos precarios y mal remunerados. Las inmigrantes tienen muy restringidas las ofertas laborales. Las trabajadoras del sexo no tienen derechos...

¿Cómo se repara el daño que la dictadura hizo a la mujer?

Es irreparable y las consecuencias aún las estamos viviendo. Una Guerra Civil, una feroz represión y 40 años de dictadura pesan mucho. Falta cultura democrática en general. Las asociaciones de Memoria Histórica están llevando a cabo un trabajo muy valioso. Están apareciendo numerosas obras escritas por mujeres que señalan lo importante que fue la participación femenina en la República, en la resistencia al franquismo y en la Transición. Una participación que suele quedar oscurecida en los relatos oficiales y en la historiografía de izquierdas de sesgo masculinista, que es la mayoría.

Se acusa al islam de machista. ¿Y la Iglesia?

La jerarquía católica es misógina y homófoba. Saben que se les tiene miedo pues se muestran implacables cuando se tocan sus muchos privilegios. Parece imposible pensar que sigue habiendo gente en contra del divorcio, amenazando con excomulgar a los diputados que voten a favor de la Ley del Aborto, condenando el matrimonio homosexual, escondiendo la pedofilia de un sector del clero, impidiendo que las mujeres puedan formar parte de su jerarquía, interfiriendo tanto en la vida de un Estado democrático. Aunque, para ser justas, hay que destacar que, en la Iglesia católica, hay un sector de teólogas y teólogos feministas.

¿Habrá igualdad mientras haya monarquía?

No parece que los regímenes republicanos hayan alcanzado una mayor cuota de igualdad para las mujeres sólo por ese hecho, ni que Berlusconi respete más a las mujeres que la reina Isabel II de Inglaterra. No debemos caer en simplismos. Y no soy monárquica ni juancarlista. Sería interesante hacer un trabajo sobre el género y la Casa Real.

¿Debe considerarse a la mujer como una víctima?

No. Y creo que se hace un flaco favor a las mujeres cuando se las considera como tal; en el fondo es considerarlas débiles y vulnerables por naturaleza. Las mujeres, al igual que los hombres, son víctimas cuando son sometidas a algún hecho delictivo sobre su persona.

¿Es la escuela tan machista como hace 30 años?

Sin duda, no. Aunque no podemos hablar de que exista realmente coeducación, no es tan machista. Arrastramos un déficit de educación histórico. Y cuando algunos gobiernos han promovido leyes de mayor calado social, no las han financiado de manera adecuada, aparte de la incapacidad para frenar el poder de la Iglesia católica en la enseñanza.

¿Ayudan más los hombres, están más concienciados?

Creo que no se trata de ayudar sino de compartir, de corresponsabilizarse.

¿Cómo se puede conseguir la conciliación laboral y familiar?

Se resolverá si los gobiernos invierten más en educación y servicios sociales, con la corresponsabilidad familiar, con la colaboración de cada miembro de la familia y con la introducción de medidas en las empresas que faciliten la vida de sus trabajadoras y de sus trabajadores.

¿Qué le pediría al Gobierno?

No soy mucho de pedir. Creo más en la acción, la reivindicación, la lucha y el trabajo.

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