Este artículo se publicó hace 13 años.
Merkel se muestra optimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo
La cumbre del próximo jueves tratará de rebajar el volumen de deuda pública de Grecia para alejar la amenaza que pende sobre Italia y España.
Los jefes de Gobierno de los países del euro articularán este jueves una batería de medidas destinadas a rebajar el volumen de la deuda pública de Grecia y detener la especulación contra Italia y España. Los 17 líderes esperan acabar con la agria división interna, polarizada en Alemania y el BCE, que ha bloqueado durante semanas el acuerdo sobre el segundo rescate de Grecia.
Angela Merkel, de quien en buena medida depende la consecución de un acuerdo, se mostró ayer optimista sobre la posibilidad de alcanzar un pacto, aunque reclamó que haya una mayor participación de las entidades privadas. "Cuanto más hagamos ahora por involucrar al sector privado de forma voluntaria, menos tendremos que hacer después en otros aspectos", dijo Merkel. El Instituto Internacional de Finanzas, que agrupa a los grandes bancos europeos, reconoció ayer que se han realizado "avances", informa Reuters.
El peso específico de cada eje todavía está por determinar, pero la eurozona estudia una combinación de tres acciones concretas. La más novedosa, apuntada en la última reunión de los ministros de Economía, consiste en comprar a los bancos y aseguradoras privadas bonos de deuda helena que venzan hasta 2014. Para ello, se utilizará el fondo de rescate actual, que ya ha sido utilizado para reflotar a Irlanda y Portugal. Según los cálculos del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, publicados ayer por el semanario Der Spiegel, esa compra podría ascender a 20.000 millones de euros. Así, Grecia podría olvidarse de devolverlos a corto plazo, mientras sanea su economía y reduce el volumen de su desbocada deuda pública, que alcanzará en 2012 el 166% del PIB, según Eurostat.
Tanto el portavoz de Merkel, Martin Kotthaus, como el ministerio de finanzas alemán, han abierto la puerta a utilizar el fondo con este uso, a pesar de que lo habían rechazado rotundamente en enero, cuando se planteó por primera vez para cualquier país.El objetivo, según fuentes del Ejecutivo comunitario, es reducir hasta el 120% la dimensión de la deuda que maneje Atenas, un volumen comparable al de Italia, todavía lejos de la media de la zona del euro, que ronda el 80%, o la española, en el 60%. Con esa reducción, confían los líderes europeos, los mercados darán una tregua a Grecia y aflojarán la presión sobre el resto de países acosados.Al mismo tiempo que esta opción cobra fuerza, ha resucitado el viejo sueño de las instituciones europeas: la emisión de eurobonos que Alemania veta cada vez que resurge el debate. Ayer, el viceprimer ministro irlandés, Eamon Gilmore, se declaró"a favor" de la propuesta, que durante el fin de semana ha visto renovada su popularidad con el apoyo expreso del ministro de Economía belga, Didier Reynders, o el propio Yorgos Papandreu. La decisión de comprar bonos de deuda en los mercados secundarios (a los bancos) sería un paso intermedio. La unión no emitiría títulos, pero intervendría decisivamente en los mercados, extendiendo un aval europeo, considerado como un seguro infalible, a uno de sus miembros en apuros.
Sin embargo, los 20.000 millones que Alemania calcula que resultarían de la flexibilización del fondo de rescate no serán suficientes. Según el primer ministro griego, Grecia necesita una "cantidad similar" a los 110.000 millones del primer rescate. Para ello, los líderes prevén nuevos fondos y suavizar el interés y los plazos de los préstamos para los países rescatados, incluyendo a Grecia. Merkel no se mostró ayer muy entusiasta con esta opción.Por último, Alemania, Holanda, Finlandia y Austria insisten en que el sector privado arrime el hombro aceptando una reformulación de los títulos que venzan a corto plazo. Esta exigencia, motivada según numerosos analistas por la impopularidad de los rescates en esos países, evitaría a Atenas la misión imposible de buscar nuevos acreedores. El BCE se opone tajantamente a esta opción.El ministro portavoz español, José Blanco, consideró ayer "imprescindible" llegar a un acuerdo.
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