La canciller alemana, Angela Merkel, rechazó ayer las críticas de sus socios de la OTAN por el ataque aéreo en Afganistán en el que murieron civiles, que ordenó el viernes el coronel Georg Klein, comandante de la base alemana de Kunduz. En una declaración de Gobierno en el Bundestag, Merkel defendió la necesidad de seguir en Afganistán y tachó de 'condenas previas' las críticas a la actuación alemana mientras no se haya investigado hasta el final lo sucedido. 'Eso es algo que no permito, ni en Alemania ni en el extrajero', afirmó.

La fuerza internacional desplegada en suelo afgano por la OTAN, la ISAF, a la que Alemania aporta 4.340 efectivos, reconoció ayer por primera vez que, 'además de insurgentes, también murieron y resultaron heridos civiles' y anunció el inicio de una investigación sobre el incidente, que dirigirá un general canadiense.

El Ministerio alemán de Defensa afirmó que hubo 56 muertos, todos ellos 'exclusivamente insurgentes'. Pero el lunes, el ministro de Defensa, Franz Josef Jung, admitió que podría haber víctimas civiles. Durante el fin de semana llegaron desde hospitales de la zona informaciones de la prensa y del Ejército de EEUU sobre niños heridos y muertos. Mientras, otras fuentes sin confirmar calculan que hubo más de cien muertos.

Merkel, jefa de la gran coalición con los socialistas, no ofreció una perspectiva concreta de salida de Afganistán y se refirió a su propuesta, acordada con Francia y Reino Unido, de celebrar de aquí a final de año una conferencia internacional, bajo el paraguas de la ONU, que diseñe una 'estrategia de entrega de responsabilidad' a los afganos. 'Por el momento hay que seguir ahí, defendió Merkel. 'Nadie debería confundir las causas y las consecuencias. La misión en Afganistán es nuestra reacción al terrorismo, que vino de allí, y no al revés', señaló.