Este artículo se publicó hace 16 años.
Miles de rockeros centroamericanos aclamaron a Iron Maiden
Bruce Dickinson y sus compañeros de la histórica banda rockera Iron Maiden pusieron a cantar y saltar al unísono a más de 25.000 almas reunidas esta noche en el estadio Ricardo Saprissa de San José.
Costarricenses, salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses, colombianos, panameños y hasta estadounidenses se deleitaron con el clásico rock metal de la banda británica, por primera vez en un escenario centroamericano.
Los británicos emocionaron hasta los huesos a sus seguidores, muchos de los cuales se habían apostado a las afueras del estadio desde el pasado viernes, para asegurarse un sitio cercano al enorme escenario, decorado con un ambiente egipcio.
"Somewhere in time" es la gira que trajo a los consagrados "metaleros" británicos a cantar para los centroamericanos, a quienes agradecieron el esfuerzo de viajar a Costa Rica desde toda la región para disfrutar del espectáculo.
Las emociones calentaron la noche cuando aparecieron imágenes de la gira en dos pantallas gigantes colocadas a ambos lados del escenario y aumentaron cuando cayó una enorme manta que cubría el fondo del escenario, donde Eddie, la famosa mascota de los Maiden, observaba al público con atuendo egipcio.
Con las primeras notas de "Aces High", el estadio entero estalló en aplausos y gritos, que luego se convirtieron en una sola voz para acompañar a Dickinson en su incansable recorrido por el escenario.
La fiesta continuó con "Two minutes to midnight", interpretación tras la que el vocalista del grupo saludó a un público eufórico, que ha esperado más de tres décadas para ver en vivo a Iron Maiden en casa.
Dickinson salió vestido como guardia real británico para entonar "The trooper" y luego continuó jugando con el vestuario con máscaras y capas, mientras conquistaba al público con "Weasted years", "The number of the beast", "I can play madness" y "Powerslave", entre otros éxitos clásicos de la banda.
Pero el momento más emotivo de la noche fue sin duda cuando las más de 25.000 gargantas corearon un "oh oh oh" que sirvió de entrada para "Fear of the dark", a la luz de miles de encendedores.
Luego apareció un Eddie robot tamaño gigante que se movió por el escenario mientras los británicos tocaban "Iron Maiden", con la que se despidieron del público, tras una hora de espectáculo.
Los fanáticos siguieron aclamándolos y ellos regresaron para jugar con los asistentes y cantarle feliz cumpleaños al guitarrista, Adrian Smith.
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