Este artículo se publicó hace 16 años.
El militar se enfrenta a los problemas de conciliación antes de partir a Afganistán
La conciliación de la vida familiar y laboral es especialmente complicada en el Ejército para cualquier militar con hijos sin posibilidades de recurrir a otros familiares para atender a menores, lo que se complica aún más en las familias monoparentales y que se encuentran alejadas de sus parientes.
Uno de los casos en los que esta realidad queda más patente, después de que entrara en vigor la aplicación del Plan Concilia en las Fuerzas Armadas, es el de Carmen Nieto, teniente del cuerpo militar sanitario destinada en Motril (Granada) que partirá en los próximos días a Afganistan, sin apenas saber qué va a hacer con su hijo de 8 años.
Su caso demuestra que la conciliación de la vida familiar y laboral en el Ejército en demasiados casos es sólo teórica y que está motivando que haya militares que se estén cuestionando su continuidad.
La incertidumbre y el temor sobre lo que le pudiera ocurrir a su hijo es en lo único que piensa Carmen días antes de partir para la base de Apoyo Avanzado que tiene el ejercito español en Herat (Afganistán), donde permanecerá los próximos meses.
La teniente Nieto se encuentra destinada en la actualidad en el Escuadrón de Vigilancia Aérea número 9 de Motril y conoció hace varios meses la posibilidad de tener que reemplazar a una compañera suya, en el EVA 9, en la base de Herat.
Lo que podía convertirse en una misión ilusionante y un nuevo reto profesional le produjo cierto desasosiego, por la situación en la que iba a quedar su hijo, que vive con ella desde que tenía 18 meses, al divorciarse de su marido, a quien el niño no ve nada más que un mes al año por estar fuera de la península.
Carmen apunta que "no tiene miedo por ella" ni por lo que le pudiera ocurrir, tan sólo siente una "inquietud" que se acrecienta conforme se va acercando la fecha; reconoce que su hijo, cuando se enteró, le preguntó con voz quebrada qué iba a hacer "él solito si le pasaba algo a ella".
Intentará mitigar esta ausencia con contactos telefónicos casi diarios, como le ha prometido a su hijo, al que pretende dejar con sus abuelos en Salamanca, con los que deberá estar durante el mes de agosto tras pasar julio con su padre en las Canarias.
La oficial agradece al Ejército la posibilidad que le ha dado de elegir la fecha de salida para que fuera lo menos traumática para su hijo, que en estos meses está de vacaciones escolares.
No obstante, considera que la conciliación de la vida familiar y laboral es especialmente complicada en el Ejército para cualquier militar con hijos, sobre todo para quienes no tienen posibilidades de recurrir a otros familiares para atender a los menores.
"La milicia exige compromiso y sacrificio, sobre todo cuando se trata de una familia monoparental que hace muy difícil compaginar la vida laboral con la profesional", comenta.
Su suerte, en este sentido, ha sido estar destinada en Motril por el compañerismo y las facilidades que ha encontrado en este aspecto, a lo que se añade el haber podido contar, en momentos difíciles, con sus padres como apoyo fundamental en su pequeño núcleo familiar.
Carmen Nieto tiene 37 años, lleva en el Ejército desde septiembre del 1993 y dice que es militar por vocación, al haberlo vivido desde muy pequeña en su casa, ya que su padre es capitán ya retirado y su abuelo era Guardia Civil.
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