Este artículo se publicó hace 13 años.
El misterio Magritte llega a la galería Tate Liverpool
La galería Tate Liverpool presenta desde este sábado hasta el próximo 26 de octubre una gran retrospectiva dedicada a René Magritte (1898-1967), que viajará luego a la institución co-organizadora, la Albertina, de Viena.
El absurdo y la paradoja están en el centro del mundo de ese gran surrealista: sus hombres con sombrero hongo, sus nubes de barra de pan, sus paisajes urbanos en los que coinciden el día y la noche o sus imágenes que muestran lo contrario de lo que dice la frase que las acompaña son hoy familiares del gran público aunque muchas veces no sepa quien es su creador.
Son imágenes que ilustran con frecuencia portadas de libros o de discos y que se utilizan con ligeras variaciones en el mundo de la publicidad para vender lo mismo chocolates que automóviles o empapelar paredes.
Ese uso publicitario actual de sus enigmáticas imágenes, inquietantes o humorísticas, según los casos, seguramente no le repugnaría al artista belga, que comenzó trabajando precisamente en la industria publicitaria y utilizó por ejemplo su famosa pipa en un dibujo para una decoración de cenicero en 1933 y más tarde en un cartel para un escaparate de tienda.
Y su frase "Ceci n'est pas une pipe" (Esto no es una pipa), debajo de ese popular objeto de fumador en su obra "La Trahison des images" (La Traición de las imágenes) ha sido reproducida o parafraseada mil veces además de ser objeto de sesudos ensayos de pensadores sobre todo franceses, desde Lacan o Barthes hasta Michel Foucault.
Y, sin embargo, él mismo rechazaba las interpretaciones o la búsqueda de símbolos en sus obras más misteriosas y argumentaba que la interpretación no hace sino suplantar a la obra de arte y que los símbolos no son sino substitutos que "sólo convienen a un pensamiento incapaz de conocer a las cosas en sí mismas".
La gente busca símbolos para sentirse cómoda, para tener algo seguro a lo que aferrase, para salvarse del vacío, afirmaba el belga, que decía odiar los símbolos al menos tanto como la tradición.
Pero al mismo tiempo se contradecía ya que toda su obra refleja una relación estrecha con el canon pictórico, desde su primer período de influencia de Renoir hasta el llamado "vache" de después de la guerra o en la apropiación temática de obras ajenas.
Basta citar las de "Madame Récamier", de David, en la que en lugar de la retratada aparece sobre la chaise-longue un féretro doblado, o "El balcón", de Manet, donde utiliza también cajas de muerto en sustitución de los personajes.
O la versión de Pigmalión de la obra titulada "Tentative de l' impossible", un autorretrato en el que aparece vestido pintando y dando vida al mismo tiempo a su esposa, una desnuda Georgette, a la que le falta todavía completar un brazo.
Si el surrealismo se nutre de paradojas, Magritte es su encarnación más pura: dedicado toda su vida a subvertir los valores burgueses, fue, sin embargo, un respetable burgués, felizmente casado, un hombre serio que pintaba en un rincón de su casa y cuya rutina diaria se regía por las manillas de un reloj.
Ese artista, hombre serio y parco en palabras creó un mundo enigmático, fascinante y complejo que la exposición de Liverpool explora a través no sólo de sus obras, de las que se han reunido más de un centenar, sino también mediante una selección de material diverso como sus fotografías, películas caseras.
A ello hay que añadir el arte comercial al que también se dedicó y que incluye carteles anunciadores de películas, de casinos, licores o modas e incluso alguno político para la Asociación de Intelectuales Antifascistas.
La exposición está ordenada por temas como la imagen monumental, que incluye objetos tales como frutas o piedras que ocupan toda una habitación o flotan en el aire, paisajes o interiores petrificados, el cuerpo(femenino)fragmentado, con desnudos entre misteriosos y eróticos, el dominio de la luz, título de alguna de sus obras más enigmáticas, y muchos otros.
La Tate ha reunido obras muchas veces reproducidas como "La Traición de la Imágenes", "La Condición Humana" o "El Peregrino" junto a otras procedentes de colecciones privadas y menos vistas como "El Sentido Literal" o "Dialéctica Aplicada", una de las pocas de tema militar.
La imagen que emerge de todo ello es la de un creador "versátil" y una figura compleja con un sentido del humor muchas veces anárquico, cuyo arte trasciende la imagen del aburrido y anónimo burgués que le gustaba proyectar y, a diferencia del de otros surrealistas, sigue siendo "absolutamente moderno".
Por Joaquín Rábago.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.