Este artículo se publicó hace 15 años.
Tanto monta, monta tanto
Hay dos enseñanzas de la crisis actual. La primera, que es global: ningún país o región se libra de ella, lo que indica el grado de interconexión que se da en la economía internacional actual. La segunda, derivada de la anterior, consiste en los obstáculos que hallan y, en cierta forma, la escasa capacidad con que cuentan los poderes políticos estatales para dar una respuesta en consonancia, es decir, global. El hecho ha sido especialmente llamativo en la Unión Europea.
Si lo anterior es cierto en el ámbito nacional, qué decir cuando son las autoridades autonómicas o locales las que pretenden hacer comparaciones y colocarse medallas respecto a si la economía de su región o ciudad evoluciona mejor que la del resto. A mediados del mes pasado, el alcalde de Madrid afirmaba durante el Debate del estado de la ciudad: "Madrid también padece la recesión, pero la afronta mejor porque cambió a tiempo y la vencerá antes porque se ha preparado para ello". Después hizo todo tipo de comparaciones ventajosas para la ciudad que preside respecto a la media de España: PIB, desempleo, filiación a la Seguridad Social... incluso llegó a afirmar que el paro en ciudades como Barcelona había crecido tres puntos por encima del de Madrid.
La interconexión de la economía exige dejar atrás las diferenciasTodo para concluir que "existe un nuevo paradigma económico, en el que Madrid lleva años trabajando", y demostrar, según él, que "no todos los modelos políticos estaban igual de preparados para enfrentarse a los problemas que la crisis podía ocasionar a los ciudadanos".Sólo puedo mostrar mi escepticismo radical en la capacidad que los gobiernos autonómicos y locales tienen para cambiar la marcha de la economía, pero incluso en poder hablar de diferencias sustanciales y mucho menos de modelo; tanto más si nos referimos a dos ciudades como Madrid y Barcelona, con equipamientos similares y en las que se encuentran presentes la casi totalidad de sectores económicos. No niego la existencia de diferencias, pero sí que éstas sean tan representativas como para influir de forma relevante a la hora de encarar la crisis.
La interconexión de la economía y de los mercados, incluido el financiero, entre todas las regiones de España es lo suficientemente importante como para dejar atrás las pequeñas diferencias y permite pronosticar que la salida de la crisis, cuando se dé, será en fechas muy similares.
El mayor problema que tiene hoy la economía española es el enorme déficit exterior que ha venido acumulando y su correlato, el endeudamiento. De su solución va a depender en buena medida la superación de la recesión, y ello afecta por igual a todas las autonomías.
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