Este artículo se publicó hace 15 años.
Una mujer azulgrana y una mujer blanca
Sí soy una puta madridista
Una mujer blanca: Angélica Lidell (Directora, actriz y dramaturga)
Por joder los tópicos soy del Real Madrid. ¿Quién cojones son los putos fascistas para apropiarse de esa gloria que nos pertenece a los amantes de lo bello, oh, Laudrup? Mi abuelo era rojo y madridista. Mi técnico de luces es troskista y madridista. ¡Mierda! Tenemos derecho al resplandor. No necesitamos explicar el porqué. No necesitamos justificarnos. No necesitamos defendernos. Es amor. Somos homéricos. La épica es universal.
Pertenecemos a los mitos. Incluso jugando mal ganamos. La victoria nos ama, nos persigue. Por eso a veces perdemos, por mitología, sólo un campeón puede perder y seguir siendo campeón. Sólo el Real Madrid puede ganar partidos con una factoría de pollos mediocres en el vestuario, ganamos y perdemos por mitología.
Hoy he visto una pintada en Granada donde utilizaban la misma letra para escribir Real Madrid y Real Mierda. Sí, ¿y qué? Tenemos que convivir con la humillación constante, pero Casillas nos redime, mi Casillas, de Bronxtoles, ciudad dormitorio de mi adolescencia. Soy del Real Madrid por tormento y por éxtasis. Soy de los blancos porque mi alma es oscura. Dale la vuelta a mi corazón y verás la camiseta de Zidane. He ido perfeccionando mi técnica vocal gracias a los triunfos y a las derrotas de mi equipo. Sí, soy una puta madridista, y nos sentimos amados por la gloria, cuando ya nadie nos ama.
Sólo me transmitieron una fe: el BarçaUna mujer azulgrana: Ana María Moix (Escritora)
Recuerdo una escena que, ocurrida hace años, se me quedó grabada en la memoria: en una reunión de ateos, una amiga, acosada por los descreídos que la incitaban a explicar por qué creía en Dios, respondió de manera para mí irrefutable: “En mi infancia, mi vasta familia rezaba el rosario la noche de Ánimas con tanta fe, que soy capaz de percibir el olor a Dios igual que el de las castañas y los boniatos calientes. Es algo sentimental”. Bien, mi familia no era creyente, mi padre sólo creía en el Barça. Cierto que le daba muchos disgustos, como el dios a quien se le pide milagros que no concede.
No obstante, mi padre se mantuvo en esta fe hasta el final de sus días. Es la fe más intensa que capté en mi entorno infantil. Soy, pues, del Barça por una cuestión sentimental.
Ser del Barça ha sido una escuela. Un aprendizaje del sufrimiento. Es un equipo maníaco depresivo, pasa de la euforia al decaimiento más absoluto. Sus seguidores también: o vamos a ganar todos los títulos o ninguno. Este año nos ha dado más alegrías que nunca y quiere ganar la Liga. Pero, precisamente este año, el Madrid también la quiere. Las dos últimas, parecía que ninguno de los dos la quería. Pero este año Pep nos ha inculcado que las ligas son para ganarlas y el Barça ha jugado como los ángeles, merece el título y lo quiere. Pero el Madrid también lo quiere. Ya es mala suerte.
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