Este artículo se publicó hace 17 años.
Las mujeres de los cinco presos cubanos en EEUU piden justicia
Las esposas de dos de los cinco cubanos encarcelados hace nueve años en prisiones de EEUU por presunto espionaje para el Gobierno de La Habana piden justicia y apelan al dictamen de tres jueces de la Corte de Apelación de Atlanta que expresa
El otoño se ha convertido en inesperado aliado del recuerdo. Al menos para Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de dos de los cinco cubanos encarcelados hace ya más de nueve años en prisiones de EEUU por presunto espionaje para el Gobierno de La Habana. "Pedimos justicia y respeto a los derechos humanos ante la dilatación del proceso de apelación y la negación sistemática de las autoridades estadounidenses a concedernos permisos para visitarlos", señalan.
Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González fueron detenidos en Miami el 12 de septiembre de 1998 por agentes del FBI. Dos años después, en otoño de 2000, comenzó uno de los procesos judiciales más largos y controvertidos de la historia reciente estadounidense. Durante los siete meses siguientes hubo más de 200 comparecencias de 70 testigos cuyos testimonios ocuparon 119 volúmenes de transcripciones y documentos de prueba.
La historia de los Cinco antiterroristas, como son conocidos en Cuba que les considera héroes nacionales, es la historia de un conflicto atrapado en una franja de terreno minado de odios, espionaje y embargos. Todos ellos reconocieron ante el jurado de Miami que su deber "era alertar del peligro de atentados" como el que Orlando Bosh organizó en 1976 contra una avión civil cubano en el que murieron 76 personas. El principal acusado, Gerardo Hernández, fue condenado a dos cadenas perpetuas. Desde entonces, su mujer Adriana, 37 años y ojos de azabache, no ha vuelto a verle. René González, el esposo de Olga, tuvo algo más de fortuna: 15 años de cárcel.
Pero Florida es una península de prejuicios para los cubanos. Demasiados rencores acumulados. Las cinco mujeres no tardaron mucho en presentar una apelación en la Corte Suprema de Atlanta. Allí, tras 16 meses de análisis del proceso, tres jueces elaboraron un dictamen de 93 páginas en el que expresaron "de manera unánime que el juicio seguido en Miami había sido un error y que debían anularse las sentencias", explican Adriana y Olga.
Pero mientras el jurado de Atlanta hablaba, las rejas de cinco prisiones de máxima seguridad estadounidense se cerraban a cal y canto. Del interior ya no volvió a salir ni una sola palabra. "Apelamos a la opinión pública. Hemos estado en Estrasburgo, en Alemania, en Bélgica, recabando apoyos. Porque aunque a veces te sientas vacía, seguimos teniendo fuerza por ellos", aseguran.
Es como si el Caribe hubiera acercado sus labios ardientes a la orilla de Madrid. "Justicia y derechos humanos", concluyen.
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