Este artículo se publicó hace 15 años.
El Museo Penn aporta una nueva mirada sobre el antiguo Irak
Una cabeza humana aplastada y cubierta con joyería de oro y lapislázuli permanece en un contenedor de vidrio del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania, siendo sus dientes la única característica reconocible.
Eso es todo lo que queda del cortesano de un monarca mesopotámico que fue enterrado hace unos 4.500 años junto con toda su fortuna, incluidas las personas que pertenecían a la corte real.
El cortesano, fue descubierto junto a otros cuerpos, en 16 tumbas reales que fueron noticia en la prensa internacional durante la década de 1920, cuando fueron desenterrados por el arqueólogo británico sir Leonard Woolley en Ur, cerca de la actual Nasiriya, al sur de Irak.
Ahora, los restos, junto con otros 220 objetos del lugar, serán exhibidos por primera vez durante más de 10 años en el Museo Penn en una exposición que aporta una nueva mirada a uno de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XX.
"Pasado Antiguo de Irak: Redescubriendo el cementerio Real de Ur", una muestra que se inaugura el 25 de octubre, coloca los tesoros de Ur en el contexto histórico de una región conocida como la cuna de la civilización", y cuenta la historia de su excavación realizada entre 1922 y 1934.
Los objetos han estado de gira por los museos de arte por todo Estados Unidos durante la última década y ahora regresan a Penn -que ayudó con el patrocinio de la expedición original de 1922- que está enfatizando su significado histórico y cultural más que el valor estético destacado por los museos de arte, señaló su co-administrador Richard Zettler.
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