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La ñ que llevó al pederasta

ÓSCAR LÓPEZ FONSECA

Los primeros pasos de las investigaciones policiales se asemejan mucho al inicio de un noviazgo: lo más importante para que marchen bien son los pequeños detalles. Un cabello olvidado por el delincuente.

La casi imperceptible huella dejada en un mueble. La dirección que dibujan las salpicaduras de sangre de la víctima Eso lo sabe muy bien Álvaro Iglesias, un joven informático al que le espera una larga temporada en prisión gracias, precisamente, a esos pequeños detalles. Iglesias, conocido como Nanysex, era un peligroso pederasta al que la Policía puso entre rejas en mayo de 2005 por abusar sexualmente de críos que nunca superaban los cinco años de edad.

Se ofrecía como canguro a los confiados padres, que nunca sospecharon de que aquel agradable joven terminaba grabando en vídeo los abusos que cometía a sus pequeños y subiéndoles a Internet.

Precisamente en la red comenzó la investigación, aunque a miles de kilómetros de España. Un agente de la Unidad de Crímenes Sexuales de Toronto (Canadá) logró penetrar en un foro secreto y contactar con un cibernauta que ofrecía pornografía infantil.

Éste le envió unas fotos en las que aparecía un niño de un año. No eran pornográficas, pero las promesas del presunto pedófilo de futuras imágenes explícitas del abuso, convencieron al agente de que estaba ante un nuevo caso de pederastia.

El agente canadiense remitió, a través de Interpol, las fotos y vídeos que había conseguido a Madrid ya que estaba convencido que el pequeño había sido violado en España. ¿Intuición? No, capacidad de observar los pequeños detalles: el teclado del ordenador que aparecía en las imágenes tenía la tecla 'ñ'. Así, la Policía española descubrió que en otra el menor sujetaba en la mano un billete de metro. Tras mucho analizar la imagen, los agentes supieron que se trataba de un ticket de Cercanías de Madrid y que había sido expedido por una máquina de la estación ferroviaria de Collado Villalba.

En otra de las imágenes, un niño aparecía sobre una toalla. Tras someterla a varios aumentos, los agentes pudieron leer la palabra 'PAZ' y concluir que pertenecía al hospital madrileño. En su afán por acorralar al pederasta, incluso siguieron la pista de la llamativa tapicería del sillón donde aparecía la víctima. Tiraron de ese hilo hasta llegar a la empresa de Elche encargada de su distribución. Sin embargo, aquel cabo se cortó. Abastecía a demasiados almacenes de muebles baratos como para poder avanzar por ese camino en las pesquisas.

No importó, porque los vídeos seguían arrojando pistas. Muchas imágenes aparecían con un copyright que adjudicaba su autoría a un tal Kova. La Policía pudo relacionar rápidamente ese nick con otro apodo habitual en los foros de pederastas, el de Nanysex, que iba dejando sus huellas en la red desde las localidades desde las que se conectaba a Internet: Collado Villalba, Cercedilla y así hasta llegar a Murcia.

En esta localidad, donde había regentado un negocio de informática, la Policía lo localizó y detuvo. En julio de 2007, la Audiencia Provincial de Madrid lo condenó a 58 años de prisión. Un largo noviazgo con la cárcel gracias a los pequeños detalles.

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