Este artículo se publicó hace 14 años.
"No claudicaré", afirma un segundo disidente cubano con más de un mes de ayuno
Franklin Pelegrino del Toro, barbero de 38 años de un pueblo de la provincia cubana de Holguín, dice que mantendrá sin "claudicar" la huelga de hambre que empezó hace más de un mes para pedir, como Guillermo Fariñas, la libertad de los presos políticos enfermos.
Pelegrino, director del Partido Republicano Cubano en Cacocum, a unos 800 kilómetros al este de La Habana, aseguró en entrevista con Efe que se declaró en huelga de hambre el pasado 28 de febrero, cinco días después de la muerte del albañil Orlando Zapata Tamayo tras un ayuno en la cárcel de 85 días.
"Estoy pidiendo la libertad de nuestros 26 hermanos presos políticos de conciencia que están enfermos, como defensor de los derechos humanos, como cubano y patriota. Exijo al gobierno que los libere", declaró.
Pelegrino se solidariza con la huelga de hambre y sed que mantiene el sicólogo y periodista Guillermo Fariñas en la ciudad central de Santa Clara desde el 24 de febrero, con igual demanda al gobierno que preside el general Raúl Castro.
El barbero añade que espera "una respuesta del gobierno sobre estos 26 presos políticos enfermos", y pide "que se respeten los "derechos civiles y políticos".
"No voy a claudicar hasta que no haya una respuesta", afirma Pelegrino, aunque advierte que otros opositores le piden que desista porque no quieren "más muertes como la que sucedió con Orlando Zapata".
El "barbero por cuenta propia", como se define, tiene colgada a la entrada de su casa una tela negra, en señal de luto por la muerte de Zapata.
"Me voy a mantener, ya lo he dicho -insiste Pelegrino-, no voy a claudicar hasta que haya una respuesta del régimen. Se que los hermanos de la oposición están preocupados, quieren que me desmonte. Ellos están sufriendo, pero respetan la decisión que he tomado".
La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, formada por disidentes, confirmó el martes que, además de Fariñas, están en huelga de hambre el barbero de Cacocum y el médico preso Darsi Ferrer, que lleva 12 días de ayuno, y les pidió deponer su protesta, por el peligro para sus vidas.
Pelegrino no hace diferencia entre opositores cubanos presos o libres: "Soy un hombre que estoy en una cárcel grande, que es la de afuera".
"Tengo 38 años. Era un hombre fuerte y eso es lo que me está aguantando hoy, la resistencia física. No padezco de ninguna enfermedad, he sido sano", explicó.
Según el opositor, esta es la segunda huelga de hambre que ha efectuado.
La primera -declaró a Efe- fue entre el 1 y el 19 de febrero pasado, en solidaridad con el periodista independiente Juan Carlos Reyes, que había sido detenido.
Agregó que pesaba 89 kilos al iniciar el actual ayuno y que ahora pesa 70.
Pelegrino afirmó que sufrió el martes un desvanecimiento, sin perder el conocimiento, y que ahora se siente "deteriorado", con dolores en el pecho y la cabeza, mareos, desorientación y náuseas.
Añadió que ha buscado asistencia médica estatal en las tres ocasiones en las que ha caído en "shock" desde que comenzó la huelga, y que tras la última fue llevado a un policlínico y después remitido al hospital quirúrgico de Holguín, donde le aplicaron sueros con azúcares y vitaminas.
La esposa de Pelegrino, Berta Guerrero Segura, pidió el general Castro que atienda las demandas de su esposo, de Fariñas y de personalidades internacionales sobre la liberación de los disidentes presos que están enfermos.
"No queremos más muertos -dijo-. Ya murió uno y no queremos que mueran ni Coco Fariñas ni Franklin. No quiero que mis hijos se queden huérfanos. A él lo necesitamos vivo y no muerto".
"No estuve de acuerdo con que se plantara en huelga, pero ¿qué voy a hacer? -agregó Guerrero- Soy su esposa, tengo que apoyarlo, y la decisión que él tome la respeto, aunque no esté de acuerdo con eso, porque no querría que él muriera sabiendo las consecuencias para nuestra familia".
La mujer denunció que la policía política cubana ha hostigado a sus familiares, que han estado por momentos "presos" en su propia casa, porque les han prohibido salir del domicilio y del pueblo.
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