Este artículo se publicó hace 13 años.
Noriega, el preso más viejo de Panamá, pasa la primera noche en su nueva cárcel
El exdictador Manuel Antonio Noriega pasó su primera noche en una cárcel en Panamá tras ser extraditado este domingo de Francia, mientras aumentan las peticiones de justicia con su llegada al país después de casi 22 años de ausencia.
El que fuera el "hombre fuerte" de Panamá entre 1983 y 1989, el verdadero poder detrás de los gobiernos de turno, fue recluido en la prisión de seguridad media El Renacer, a orillas del Canal, en una zona selvática a unos 40 kilómetros de la capital que, hasta 2000, estaba bajo el control del Ejército estadounidense.
El exdictador purga penas que suman más de 60 años tras haber sido condenado en ausencia durante estos años por delitos que van desde instigar el asesinato al tráfico de personas.
Noriega, que a sus 77 años arrastra algunas secuelas físicas debido a un accidente vascular que sufrió hace algún tiempo, se convirtió así en el preso más viejo que hay en Panamá, según reconoció hoy la ministra panameña de Gobierno, Roxana Méndez, de quien depende el sistema penal del país.
"Yo no he visto a nadie de una edad tan avanzada como este señor en ninguna de las cárceles de Panamá", dijo la ministra a los medios locales, e indicó que para ella eso "representa un reto".
Méndez aseguró que cuando escucha argumentos a favor de la cadena perpetua ella piensa en cómo se puede "manejar prácticamente un asilo de ancianos carcelario", porque "a mayor edad, más problemas médicos, más limitaciones físicas, menos posibilidad de desarrollar actividades diarias, y eso tiene un coste".
Sobre Noriega, dijo que "está mayor, en condiciones físicas vulnerables, pero está sano y puede cumplir sus penas".
La ministra concedió hoy entrevistas a varios medios también para explicar que la introducción en la noche del domingo de un señuelo en la prisión, media hora antes de que llegara el "verdadero" Noriega, sin que los camarógrafos pudieran captar bien su imagen, se debió a medidas de seguridad para evitar un atentado.
"Para nosotros lo más importante era resguardar su seguridad", dijo la ministra, que indicó que aunque hubieran querido que los medios obtuvieran imágenes claras de Noriega, la policía montó su estrategia de modo que "si alguien hubiera querido matarlo ahí, si hubiera habido algún infiltrado, se le hubiera identificado".
Ahora, pese a ser alguien "especial", Noriega "tiene que acogerse al reglamento del centro penitenciario" y, a menos que haya un aviso de amenaza, algo que no se ha dado, seguir una rutina como uno más de los reclusos, haciendo la fila para las comidas, participando en las actividades y manteniendo contacto con los demás reos, explicó.
La ministra se mostró complacida por que el regreso del exgeneral ha servido para hacer una "revisión histórica" y refrescar la memoria sobre lo que pasó durante la dictadura militar (1968-1989).
Noriega, que ha cumplido más de veinte años de cárcel en Estados Unidos y Francia por narcotráfico y lavado de dinero, ahora debe afrontar "los delitos que cometió en este país y cumplirlos en este país", aseguró Méndez, que recordó que también tiene "otros procesos pendientes con la justicia panameña".
La "revisión histórica" propiciada por el regreso de Noriega ha llevado a otras personas a reivindicar las figuras de sus familiares y pedir justicia para otras víctimas de la dictadura.
En un anuncio pagado en la prensa local, varios exoficiales de las antiguas Fuerzas de Defensa que en marzo de 1988 intentaron derrocarlo, aseguraron hoy que nunca se arrepentirá de ello, y le recordaron que él puede estar tranquilo en su celda sin sufrir las torturas, humillaciones y persecuciones que ellos y su familia.
También Susana Ortega, hija del subteniente Ismael Ortega, ejecutado junto a otros diez compañeros de armas por militares leales a Noriega tras otro frustrado intento de golpe el 3 de octubre de 1989, reivindicó el nombre de las víctimas de este caso, conocido como la "matanza de Allbrook".
La mujer, que tenía 16 años cuando el asesinato de su padre, dijo en nombre de las "viudas y huérfanos" de ese caso que los sublevados no fueron traidores, sino héroes.
El exdictador fue el último general que sojuzgó Panamá durante el periodo dictatorial inaugurado en 1968 por un golpe encabezado por el general Omar Torrijos, fallecido en 1981.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.