Este artículo se publicó hace 15 años.
"Nuestro testimonio vale más que el mejor consejo de un abogado"
El programa Testimonios Positivos formará durante un año a 30 mujeres que han sentido el dolor de la violencia de género en sus carnes
Cuando termina la entrevista, el viernes sobre las 12.30, Ana Bella sale disparada hacia la universidad. A sus 36 años, retoma los estudios que con 18, matrícula de honor en Bachillerato y más de un nueve en Selectividad, no pudo continuar. Una paliza psicológica se lo impidió. Luego vinieron 11 años más de maltrato. Sobre las 10.00 horas, antes de la entrevista, Ana estampa su firma en un documento por el que la fundación que preside de su mismo nombre recibe 13.000 euros de la Obra Social La Caixa.
«Ellas me enseñan a mí cómo acceder a esas mujeres», dice la psicóloga
El programa Testimonios Positivos formará durante un año a 30 mujeres que han sentido el dolor de la violencia de género en sus carnes para enseñar, con el valor de su experiencia, a superar este trauma a quienes todavía lo están sufriendo. "Yo le puedo decir como psicóloga a una mujer que tiene que salir de ese agujero, pero lo va a comprender mejor si quien se lo dice son otras mujeres que han pasado por lo mismo que ella; de hecho, son ellas las que me enseñan a mí cómo poder acceder y ayudar a esas mujeres", explica Rosa Díaz, psicóloga de la fundación y encargada de desarrollar el programa de formación. Esa línea directa, el tú a tú, es la principal diferencia con la ayuda que puede ofrecer la Administración y lo que las convierte en agentes excepcionales de prevención y sensibilización.
Recuperar la dignidad"Ese testimonio vale más que el mejor consejo de un abogado o un trabajador social por mucha empatía que tenga con estas mujeres; cuando vamos a los institutos a hacer prevención, nuestras historias llegan mucho más y vemos que muchas chicas se sienten identificadas", afirma Antonia Ávalos, una mujer mexicana de 48 años que puso tierra de por medio para olvidar el sometimiento a su marido.
Aprender a vivir en igualdad es su receta para erradicar esta lacra
Ella, que estudia un doctorado sobre género en la Pablo de Olavide, también recibirá formación. "No queremos transmitir el mensaje de víctimas, sino el de mujeres que han recibido maltrato y han recuperado su dignidad para poder tomar decisiones en lo personal y en lo social. Queremos influir en las leyes", añade.
Transforman su rabia en acciones positivas y luchan por lo que lamentan: que nadie las haya enseñado a vivir en igualdad, fruto de la educación patriarcal en la que se han criado y por la que han sido vilipendiadas hasta por ir a trabajar. Es lo que también intentan inculcar a sus hijos, a su juicio, los olvidados de la Ley integral contra la violencia de género. "Afortunadamente no vivimos en Afganistán, donde la ley no respalda a las mujeres; aquí es el peldaño por el que subimos para alcanzar esa igualdad, la única manera de erradicar la violencia", dice con pasión Ana.
Son conscientes de que queda mucho trabajo por hacer y más por aprender. Un día, como ejercicio, tuvieron que escribir en una lista tres momentos en los que recibieron violencia y otros tres en los que la ejercieron. "Te das cuenta de que la mujer también tiene que cambiar", reflexiona Antonia. Y la sociedad. Cuentan que uno de los últimos casos del que han tenido conocimiento es el de una mujer al que se le ha echado el pueblo encima por denunciar a su marido. "Y lo ha hecho porque sabe que un día u otro la va a matar", resume sin eufemismos Ana.
TELÉFONO CONTRA EL MALTRATO: 016
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