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Obama da el penúltimo empujón a la tasa financiera

El líder estadounidense presume en Toronto de reforma bancaria y aboga por extender la tasa a las entidades de crédito. Hoy no se aprobarán las medidas concretas que llegarán en otoño

BELÉN CARREÑO

Con las manos en los bolsillos, sonrisa resplandeciente y gesto algo chulesco, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, entró ayer en la sala de reuniones del club de ricos más poderoso del mundo, el G-8, dispuesto a intentar imprimir su huella en las deliberaciones de este fin de semana. Aunque ya había visto la noche anterior a sus colegas, Obama sigue destilando el olor del éxito de alumbrar su reforma financiera, que esgrimirá hoy durante el encuentro del G-20 en Toronto, y que le sirve como punta de lanza para defender la generalización de una tasa bancaria a nivel global.

El debate sobre regulación financiera que tendrá lugar esta tarde noche para España en Toronto, no tiene ninguna posibilidad de concluir en un acuerdo, según reconoció la propia canciller alemana, Angela Merkel, pero quedará encauzado para llegar a una resolución definitiva después del verano.

Canadá se ha quedado muy sola en su oposición a la tasa

Obama está haciendo pinza con Merkel, Sarkozy (presidente francés) y Cameron (primer ministro británico) para lograr que se imponga definitivamente la tesis de que los bancos tienen que pagar por el riesgo que transmiten al sistema financiero. La ausencia del presidente brasileño, Lula da Silva, que ha tenido que cancelar su viaje por las inundaciones en Brasil y que no verá a Zapatero como estaba previsto y de la recién elegida primera ministra de Australia, Julia Guillard, han dejado muy solo al primer ministro anfitión, Stephen Harper, en su oposición al gravamen.

'Queremos un marco regulatorio para construir la tasa financiera y lucharemos por él', avanzó Sarkozy a la salida de la reunión ayer del G-8. La postura combativa de Francia, Alemania y Reino Unido ya se había adelantado en un comunicado conjunto a principios de semana, en el que las tres potencias europeas dejaban claro que pelearían por extender la creación de gravámenes financieros a nivel global.

Por otro lado, y con vistas a conseguir el máximo consenso posible, el acuerdo final dejará abierto el tipo de imposición que deben aplicar los gobiernos del G-20. La clave es que la nueva figura impositiva sea global y que respete las reglas de competencia, pero se dejará al arbitrio del país soberano la definición del impuesto.

En este sentido, Obama aún tiene pendiente sacar adelante la tasa por la que los bancos devolverán al Estado las ayudas. Este es el siguiente objetivo del presidente estadounidense, que por ahora sólo ha logrado que la banca sufrague los gastos que acarreará el cambio en la regulación financiera. En cualquier caso, una tasa como la que desea aprobar Estados Unidos sólo tendría sentido en los países que han realizado inyecciones de capital a las entidades, una práctica muy dispar dentro del G-20. Por eso primará la opción europea de crear un gravamen que se destine a un fondo de resolución, es decir, un colchón para prevenir crisis futuras.

Francia, Alemania y Reino Unido han peleado por crear el marco regulatorio

Este mecanismo es similiar al que tiene España y que nutre al Fondo de Garantía de Depósitos, por lo que la posición de Zapatero de hoy será favorable a esta tesis. Sin embargo, la banca española ha ejercido una fuerte presión para que no se penalice en ningún caso a un sistema financiero que ha demostrado su solvencia.

Un tercer tipo de tasa financiera que se ha puesto sobre la mesa es la que gravaría las transacciones a corto plazo o especulativas. Francia y Reino Unido apoyaban esta suerte de tasa Tobin que ha sido rechazada de plano por el FMI, el organismo encargado de elaborar los informes y recomendaciones al respecto. Además, también se tratarán hoy los requisitos mínimos de capital a exigir a las entidades financieras y la transparencia en los mercados de derivados.

El otro foco de atención en la jornada de hoy es conseguir un acuerdo sobre el difícil equilibrio entre crecimiento económico y déficit fiscal. No era competencia del G-8 hablar sobre ese tema ayer, pese a lo cual, el núcleo duro de la economía global advirtió de la 'fragilidad' de la recuperación económica. Pero en la cena de anoche y en la primera sesión de hoy, se debatirá con fuerza sobre la necesidad de preservar los estímulos al crecimiento o recortar presupuestos. Según los borradores a los que ha tenido acceso Reuters, los miembros del G-20 podrían acordar reducir a la mitad su déficit para 2013, lo que supondría una claudicación para EEUU, que quiere continuar con su plan de estímulos fiscales. Merkel rechazó ayer tener discrepancias con Obama por el nivel de déficit. Zapatero, que aterrizó cerca de la medianoche (hora española) para asistir a la cena de recepción, explicó las reformas españolas.

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