Este artículo se publicó hace 15 años.
Obama fuerza un pacto de Pakistán y Afganistán contra los talibanes
El presidente de EEUU reúne en la Casa Blanca a sus homólogos afgano y paquistaní
Isabel Piquer
Barack Obama se estrenó ayer en el difícil arte de la negociación internacional al recibir en la Casa Blanca a los presidentes de Afganistán, Hamid Karzai, y Pakistán, Asif Ali Zardari, para tratar de forzar un diálogo tripartito, hasta ahora inexistente, que acabe con la amenaza de los talibanes y "desarme y derrote" a Al Qaeda.
"EEUU tiene un interés directo en el futuro" de los dos países, dijo Obama al anunciar una "cooperación sin precedentes" entre los gobiernos de Kabul e Islamabad. "Es una dura lección que aprendimos en el 11-S". En su solemne comparecencia conjunta, los tres líderes intentaron dar una imagen de sintonía y anticipación, para no parecer desbordados ante unos acontecimientos que en los últimos días han situado a los talibanes a un centenar de kilómetros de Islamabad y despertado las inquietudes de Washington sobre la seguridad del arsenal nuclear paquistaní.
"Nos queda mucho camino por delante, será difícil y habrá más violencia""Nos queda mucho camino por delante", declaró Obama, "será difícil y habrá más violencia". Los dos líderes se entrevistaron primero por separado con el mandatario estadounidense antes de celebrar una reunión a tres bandas. Por la mañana se vieron con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ante la cual firmaron un tratado de comercio destinado a mejorar las relaciones a ambos lados de la frontera.
Clinton se mostró "optimista" tras el encuentro. "Estoy impresionada por las acciones que ha tomado recientemente" el régimen de Islamabad contra los talibanes, añadió la jefa de la diplomacia.
Zardari, especialmente presionado, pidió ayuda para la incipiente democracia paquistaní, que necesita ser "respaldada y alimentada", y aseguró que estará "a la altura" de los acontecimientos. "Junto con nuestro hermano Karzai y el pueblo de Afganistán combatiremos esta amenaza común que llamo cáncer", dijo el líder paquistaní refiriéndose al terrorismo.
La Casa Blanca sabe que negocia con socios imperfectos a los que ha criticadoClinton, siempre práctica, dijo querer "cosas concretas y calendarios" en la ejecución de tareas básicas y comunes como la agricultura, el reparto de aguas o incentivos económicos destinados a la población local, temas que se tratarán hoy en una serie de reuniones bilaterales. "Mucho de los ministros habían hablado por teléfono pero no se conocían", subrayó Clinton, lo que dice mucho sobre el antagonismo entre las dos naciones.
El Gobierno de Obama sabe que negocia con socios imperfectos. Ya sabe que Karzai, al que la nueva administración ha criticado abiertamente por convertir a su país en un "narco estado", volverá a ganar las elecciones de agosto; y de momento también le otorga su apoyo a Zardari. "Sólo lleva ocho meses en el poder", subrayó Clinton, aunque también mantiene contactos regulares con su máximo opositor, el ex primer ministro Nawaz Sharif, por si acaso.
Los combates fuerzan una huida masivaLa ofensiva más dura del Ejército paquistaní contra los talibanes en 2009 coincide con la visita de Zardari a Washington. Las fuerzas de seguridad paquistaníes anunciaron ayer la muerte de 64 insurgentes en el noroeste del país y aseguran que han matado a casi 250 en la última semana y media.
Tras expulsar a los talibanes de gran parte de los distritos de Dir y Buner, las tropas paquistaníes concentran ahora sus operaciones en el valle de Swat. Los soldados han vuelto allí al romperse el pacto vigente desde febrero entre los talibanes y las autoridades regionales.
Los combates han forzado el desplazamiento de más de 40.000 personas desde que empezaron los combates en Swat. Las autoridades provinciales advierten de que hasta 800.000 residentes intentarán huir si la ofensiva se intensifica.Muchas familias no tienen dónde ir, porque las tropas y los insurgentes libran combates en casi todos los distritos colindantes. Por ese motivo, en Swat reinaba ayer la confusión. “Me voy porque no quiero que mi hijo sepa qué son los atentados suicidas ni los bombardeos”, dijo una residente de Mingora.
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