Este artículo se publicó hace 15 años.
Obama gana adeptos para su reforma sanitaria
El presidente quiere ver aprobado este año su plan para dar cobertura a 30 millones de personas
Isabel Piquer
"No soy el primer presidente en defender esta causa pero tengo la intención de ser el último". El pasado miércoles por la noche, Barack Obama usó su mejor oratoria para retomar la iniciativa en el debate sobre la reforma del sistema de salud en el que ha puesto en juego su capital político. En 47 minutos de discurso, el presidente estadounidense enunció los grandes rasgos de una iniciativa compleja y costosa que espera ver aprobada antes de finales de año.
A la vez conciliador "voy a incorporar ideas de mis adversarios"; alarmista "somos la única democracia avanzada del planeta que permite que sus ciudadanos sufran de esta manera"; amenazante "esto es una mentira pura y simple, daría risa si no fuera tan cínica e irresponsable" y pedagogo "la sanidad es la primera causa de nuestro déficit, ningún otro gasto se le asemeja" Obama intentó tranquilizar a la opinión pública, poner orden en el partido demócrata, algo descarriado durante el verano, y, tangencialmente, convencer a los republicanos.
Los sondeos hechos poco después de la intervención y las primeras reacciones políticas indicaban ayer que si bien el discurso parecía haber dado nuevas fuerzas a los suyos, no había conseguido, como era de esperar, derribar la férrea resistencia conservadora.
Una encuesta de la cadena CNN aseguró que dos tercios de los que vieron el discurso estaba a favor del plan de la Casa Blanca (comparados con algo más de la mitad hace dos días), resultados matizados por el hecho de que más demócratas que republicanos siguieron el evento por televisión.
"Espero de verdad que aprobemos una ley", dijo el ex candidato presidencial y senador por Arizona John McCain, "aunque debe ser una iniciativa bipartidista, no podemos seguir gastando billones en las próximas generaciones". El líder republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner, fue algo menos dialogante, al asegurar que no veía muchas razones para respaldar la iniciativa presidencial.
Ante el Congreso reunido en sesión conjunta, formato que sólo se usa en caso de crisis aguda y que Bill Clinton usó en 1993 para hablar de su (fallido) intento de reforma sanitaria, Obama propuso la idea de un plan que daría cobertura, no ya a los 46,3 millones de estadounidenses que no gozan de ningún tipo de protección, sino a unos 30 millones, cifra intermedia para amansar a los conservadores, que podrían beneficiarse de la iniciativa presidencial, por un coste de unos 900.000 millones de dólares a repartir en los próximos 10 años, "menos de lo gastado en las guerras de Irak y Afganistán", según él.
El presidente propuso imponer una cobertura médica obligatoria "del mismo modo que los estados obligan a tener un seguro de automóvil" pero dejó cierto margen para los detalles que deberán redactar y acordar los legisladores, sobre todo el tema de un sistema público alternativo, al que se opone tajantemente la industria aseguradora privada.
"A mis amigos progresistas", dijo Obama refiriéndose a los demócratas más de izquierdas que le han reprochado sus ansias de compromiso, "quiero recordarles que durante décadas la idea de esta reforma era la de acabar con los abusos de las aseguradoras y dar una cobertura asequible. A mis amigos republicanos les digo que, en vez de ir diciendo por ahí que el Gobierno se va a hacer cargo de la sanidad, deberíamos trabajar más seriamente en sus auténticas preocupaciones", lanzó.
Negociación entre bastidores
¿Y ahora qué? Las negociaciones entre bastidores se reanudan a marchas forzadas. La Casa Blanca quiere acelerar la agenda con la esperanza de aprobar un plan "antes del Día de Acción de Gracias" (26 de noviembre), recalcó el vicepresidente, Joseph Biden. La prioridad es tener el proyecto aprobado antes de finales de año, y antes de la precampaña electoral de las legislativas del 2010, cuando cualquier iniciativa se vuelve imposible.
El presidente, en ánimo y tono mitinero, no piensa descansar hasta conseguir su objetivo. Ayer se reunió con asociaciones de enfermeras y ma-ñana hablará de su plan en Minneapolis, primera de una serie de intervenciones que va a celebrar por todo el país. Obama no cejará hasta superar el que se ha convertido en mayor escollo de su primer año en la Casa Blanca, un problema, resaltó, que Estados Unidos no ha conseguido resolver "en los últimos 65 años".
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