Este artículo se publicó hace 14 años.
Obama impone nuevos límites al tamaño y a las actividades de la banca
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer nuevas restricciones al tamaño y las actividades de los bancos, un movimiento dirigido a reducir los riesgos en que incurren estas entidades y que provocó de inmediato caídas en Wall Street.
Con el argumento de que la banca casi provoca el colapso de la economía al asumir "riesgos enormes y temerarios en la búsqueda de beneficios", el mandatario enumeró una serie de limitaciones que quiere imponer a las entidades financieras para evitar que repitan sus errores y proteger así a los consumidores.
La Casa Blanca quiere que los bancos comerciales que captan ahorro de los clientes para invertirlo en los mercados, no jueguen a su vez con su propio dinero, lo que se denomina "invertir por cuenta propia" o "propietary trading".
Igualmente, impondrá un límite al tamaño de la banca. Desde el año 1994, los bancos tienen establecido un límite en el tamaño de su cartera de depósitos, que no puede suponer más del 10 por ciento del total de ahorro que está protegido por el Fondo de Garantía de Depósitos.
Ahora, el Gobierno de Obama quiere endurecer esta medida incluyendo otros depósitos que antes no estaban protegidos, así como otros activos de los clientes, de los que no se dieron detalles.
Otra de las nuevas medidas es la prohibición de que los bancos comerciales puedan poseer, invertir o asesorar a los fondos de inversión de alto riesgo (hedge funds) o los fondos de capital riesgo (private-equity firms), que invierten en empresas emergentes o con problemas, para salir de su capital poco después.
Estas medidas suponen un grave problema para los bancos que hace unos años decidieron convertirse en "supermercados financieros" y abarcar toda la gama de servicios posibles, desde la captación de ahorro, hasta la intermediación en bolsa o el asesoramiento a grandes corporaciones.
Estas actividades supusieron en muchos casos un conflicto, pues los bancos invertían el dinero propio o el de los clientes en empresas en las que podían tener intereses.
Aunque se estableció la creación de las llamadas "murallas chinas", para evitar el contacto entre los distintos departamentos, las entidades acabaron asumiendo riesgos excesivos, lo que sirvió de germen para la crisis.
La nueva iniciativa afectaría a algunos de los principales bancos estadounidenses, como Bank of America o Goldman Sachs.
Al anunciar ayer la medida, el presidente estadounidense afirmó que "aunque el sistema financiero es hoy mucho más sólido que hace un año, sigue funcionando con las mismas reglas que permitieron ponerlo al borde del derrumbamiento".
"Mi determinación a reformar el sistema se ve reforzada cuando veo (...) beneficios récord en algunas de las mismas firmas que aseguran que no pueden prestar más dinero a las pequeñas empresas o mantener bajos los intereses de las tarjetas de crédito", destacó el gobernante estadounidense.
Según declaró, "es exactamente este tipo de irresponsabilidad el que deja claro que la reforma es necesaria".
"Si (los bancos) quieren pelear, es una pelea que estoy dispuesto a afrontar", subrayó Obama.
El anuncio del presidente causó una inmediata caída en la Bolsa de Nueva York, cuyo índice Dow Jones de Industriales cerró con pérdidas del 2,01 por ciento.
La Casa Blanca defendió la medida al indicar que es necesaria para crear confianza en el sistema financiero y, a la larga, acabará beneficiando a los propios bancos que la critican.
"Esto contribuirá a la solidez del sistema financiero y de la economía", dijo el asesor financiero de la Casa Blanca Austan Goolsbee, quien agregó: "A largo plazo debemos llegar a un punto en el que la gente pueda fiarse del mercado de capitales y del sistema financiero, o de otro modo nos abocaremos al fracaso, como ya vimos en esta crisis".
Gran parte del sector ya ha devuelto a la Administración lo que le debía por el rescate público sin precedentes acometido a raíz la crisis y ha logrado que ésta saliera de su accionariado.
Así, 2010 puede llegar a ser el primer año de una nueva etapa de la banca estadounidense, liberada por fin de los efectos más inmediatos de la crisis crediticia que en 2008 hizo tambalear al sistema financiero internacional.
El anuncio del presidente estadounidense se produce apenas dos días después de que los demócratas perdieran su mayoría absoluta en el Senado tras una derrota en Massachusetts, uno de los estados más progresistas del país.
El republicano Scott Brown venció a la demócrata Martha Coakley en la elección senatorial en Massachusetts para elegir al sustituto de Ted Kennedy, en un resultado que significó la pérdida de la "supermayoría" que tenía el Partido Demócrata en la cámara alta.
A raíz de ese resultado, Obama aseguró en una entrevista a la cadena ABC que el público se encontraba "enfadado y frustrado" por la situación económica y prometió concentrarse este año en la lucha contra la crisis.
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