Este artículo se publicó hace 14 años.
Obama viaja a Praga para firmar su mayor triunfo en política exterior
El presidente de EEUU, Barack Obama, viaja a Praga para firmar un nuevo acuerdo de reducción nuclear con Rusia que supone el mayor logro en política exterior de su mandato y un importante puntal a su estrategia contra la proliferación.
Obama, cuyo Gobierno difundió este martes una nueva estrategia nuclear que limita el uso de sus arsenales atómicos, saldrá a última hora de la tarde de Washington y llegará a Praga hoy por la mañana, donde mantendrá una reunión bilateral con el presidente ruso, Dmitri Medvédev, antes de la firma del nuevo START.
Ese pacto, que sustituirá al START de 1991 que expiró el pasado diciembre, limita a 1.500 cabezas nucleares el número que cada uno de los dos signatarios podrá tener, lo que representa una reducción de cerca del 30 por ciento con respecto a los niveles actuales.
Además, se reducen a 800 los vectores, o vehículos, para el lanzamiento de esas armas nucleares.
El acuerdo contiene también un sistema para la verificación del cumplimiento, que fue uno de los aspectos más espinosos de la negociación.
Para Obama, la firma del tratado representa su primer auténtico triunfo internacional, que le llega en un momento dulce tras haber logrado la aprobación de la reforma sanitaria y cuando las tensiones con China parecen haber aflojado.
Supone, por un lado, el primer paso tangible del reinicio de la relación bilateral, muy deteriorada durante el mandato de George W. Bush. Y también el primer avance concreto para la agenda internacional de Obama y su objetivo, lanzado precisamente en un discurso en Praga el año pasado, de lograr en un futuro un mundo sin armas nucleares.
Para Obama ha representado un auténtico golpe de suerte que las negociaciones, estancadas en los últimos meses, lograran destrabarse el mes pasado y el pacto se haya cerrado apenas días antes de que el presidente estadounidense acoja en Washington la semana próxima una cumbre sobre seguridad nuclear.
Según Andrew Kuchins, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), "si no hubiera logrado este primer paso, sus dos objetivos (la normalización de los lazos con Rusia y la lucha contra la proliferación) se hubiera visto gravemente perjudicada".
Ahora, Obama podrá exhibir este acuerdo como parte de sus argumentos en favor de la no proliferación y para reclamar a otros países, la próxima semana, que cumplan también su parte.
Este martes, presentó su nueva Revisión de la Posición Nuclear, que pone el énfasis en la lucha contra la proliferación y el terrorismo nuclear, y por la que EEUU se compromete a no usar sus armas atómicas contra los países que respeten el Tratado de No Proliferación (TNP).
"Con la combinación de la aprobación de la reforma sanitaria y el nuevo tratado START, de repente se le percibe como mucho más exitoso -algo que no sólo es importante en el terreno interno, sino también extremadamente importante fuera y en cómo le percibe el resto de líderes", indicó Kuchins.
Pero la visita a Praga, y la reunión con Medvédev, no se limitará únicamente a la firma del tratado y al intercambio de beneplácitos.
Los dos presidentes abordarán también durante su reunión un importante aspecto de la lucha contra la no proliferación, el más importante hoy día para EEUU: el programa nuclear iraní.
Obama buscará aprovechar el encuentro, y su aparente química personal con Medvédev, para lograr el sí ruso a la imposición de nuevas sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU contra el programa nuclear iraní.
En este sentido, esa bilateral será un avance de la que Obama mantendrá también la semana próxima, durante la cumbre de seguridad nuclear, con el presidente chino, Hu Jintao, cuyo país mantiene su resistencia a imponer nuevas sanciones contra el régimen de Teherán.
Durante su estancia en Praga, el presidente estadounidense también mantendrá un encuentro con los líderes de los países del este de Europa.
Su objetivo es calmar los temores de estos países ante un acercamiento de Washington a Moscú, que los europeos del este temen que se produzca a costa de la relación con esta región, muy cultivada por el presidente George W. Bush.
Según Janusz Bugajski, del CSIS, "el hecho mismo de que haya que subrayar estas garantías indica que varias capitales en esta región del mundo siguen preocupadas".
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