Este artículo se publicó hace 15 años.
La ONU advierte del efecto desestabilizador del opio afgano en todo el mundo
En su camino desde los campos de amapola hasta los consumidores de todo el mundo, el opio afgano deja un reguero de 100.000 muertos anuales, 160 millones de dólares para financiar a los talibán y una rampante corrupción en toda la antigua ruta de la seda, transformada ahora en una auténtica ruta del opio.
Esos datos aparecen en el último informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), publicado hoy, sobre el problema en Afganistán y que, a diferencia de anteriores, no sólo se centra en estudios de producción y tráfico, sino en la adicción, el crimen y la insurgencia que generan.
Bajo el título "La amenaza trasnacional del opio afgano", el informe, publicado en Viena, recuerda que 15 millones de personas en todo el mundo son adictas a opiáceos, principalmente heroína, y que esta droga genera un negocio de 65.000 millones de dólares, una cifra superior al producto interior bruto (PIB) de 120 países.
La intención de este trabajo es, en palabras del director general de la ONUDD, el italiano Antonio Maria Costa, hacer ver que "todos somos parte del problema de las drogas en Afganistán, por lo tanto todos debemos trabajar por su solución".
Así, el diplomático italiano recuerda que el número de muertos cada año por sobredosis de heroína en los países de la OTAN, unos 10.000, es cinco veces mayor que el de soldados fallecidos en Afganistán en los ocho años de la misión internacional allí.
Además, Costa recuerda que si en la década de los años 90 los taliban, aún en el poder, obtenían entre 75 y 100 millones de dólares al año, hoy día la insurgencia cuenta con hasta 160 millones anuales, sólo en concepto de beneficios por cultivo y tráfico de droga, sin contar otras actividades relacionadas con el asunto.
Un dinero, que, según la ONU sirve, por ejemplo, para pagar los hasta 20.000 dólares que recibe la familia de una terrorista suicida. O una droga que se utiliza para adquirir armas para los "señores de la guerra": un kilo de heroína se cambia por 15 fusiles Kalashnikov nuevos.
Así, la ONUDD estima que los talibán financian con la droga aproximadamente el 15 por ciento de los 800 millones de dólares que precisan cada año para financiar sus operaciones.
El informe señala que desde 2005 "se han incrementado los ataques insurgentes, paralelamente al aumento de la producción de opio".
"Resumiendo, la economía de la droga en Afganistán pone varios cientos millones de dólares al año en manos malignas, algunos con turbante negro y otros con camisas blancas", asegura Costa en el informe, en relación a la corrupción generada por la droga.
"La corrupción ha afectado claramente a la moral y la motivación de los afganos", denuncia el informe que, sin embargo, recuerda que el problema se va extendiendo por las rutas de tráfico hacia Europa, bien a través de Irán y Asia Central, o bien por los Balcanes.
De hecho, en todos esos países, excepto Turquía y Grecia, los índices de corrupción son superiores a la media internacional, especialmente en la repúblicas ex soviéticas de Asia Central.
Respecto al destino, Europa sigue siendo el principal mercado para el opio afgano.
Con 57,9 gramos al año por cada uno de los 1,4 millones de consumidores (74.320 en España), los países de la Unión Europea tienen el más alto índice de consumo del mundo. América Latina suma 1,5 millones de usuarios, apenas por encima de los 1,3 millones de Estados Unidos y Canadá.
En su ruta hacia los consumidores, el precio de la droga se va multiplicando con cada frontera que se cruza. Desde los tres dólares que se paga por un gramo de heroína en Kabul hasta los 100 dólares que cuesta cuando llega a las calles de Londres o Moscú.
Simultáneamente, crece el coste de la lucha contra el narcotráfico. "Incautar el opio afgano en el lugar donde se produce es infinitamente más eficiente y barato que tratar de hacerlo donde se consume", alerta Costa en el informe.
Otro argumento para invertir más recursos contra este problema, indicó el director general de la ONUDD. "Esto no es sólo una responsabilidad compartida: es un práctico interés propio", dijo.
Una responsabilidad común que no puede negar el hecho de que la raíz del problema yace en Afganistán, donde la corrupción, el caos y el descontrol fronterizo resultan en un insignificante 2 por ciento de porcentaje de incautación de los opiáceos producidos, según la ONUDD.
Antonio Sánchez Solís
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