'La izquierda se ha equivocado en todo en los últimos 15 años', desde que Silvio Berlusconi ganó las elecciones por primera vez. Una vez más, el cineasta Nanni Moretti, referente intelectual de la Italia progresista, ha expresado en voz alta el desencanto y la rabia de los italianos que quieren una alternativa al primer ministro.

Pues si hoy Berlusconi está en el poder por tercera vez y no dimite a pesar del varapalo que le ha acaba de asestar el Tribunal Constitucional, es gracias en parte a la situación patética en que se encuentran los partidos de la izquierda.

Hoy precisamente se celebra en medio de un absoluto desinterés el congreso del Partido Demócrata (PD), que es un invento del ex alcalde de Roma Walter Veltroni para reunir a los católicos progresistas y los ex comunistas italianos.

Veltroni dimitió el pasado febrero, tan sólo un año después de crear el PD. Su herencia se la disputan tres candidatos que ya han sido votados por las bases pero que dependen del voto de las primarias del 25 de octubre, abiertas a todos los italianos.

El primer asalto lo ha ganado con un 55% de votos Pier Luigi Bersani, el favorito del ex premier Massimo d'Alema. Representa al aparato de un partido acusado de haber olvidado los principios de izquierda, no haber parado los pies de Berlusconi a tiempo y alimentar así fenómenos como el partido del juez Antonio di Pietro, más duro contra Il Cavaliere.

El secretario provisional y ex número dos de Veltroni, el católico Dario Franceschini, a pesar de haber aguantado el tipo en las elecciones europeas, no ha sabido o no ha podido dar ilusión a los votantes. Ha recogido sólo el 38% del voto de las bases. El tercero en liza, una cara nueva, Ignazio Marino, ha obtenido el 7% de votos.

Una prueba de lo débil que se sienten todos ellos es que no han pedido la dimisión de Berlusconi, pues temen perder por goleada si ahora hay elecciones anticipadas.