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El origen del paisaje como tema universal llega al Gran Palais de París

EFE

Javier Albisu

El Gran Palais de París consagra desde hoy una muestra a los inicios del paisaje como tema autónomo en la pintura europea a través de los pinceles de artistas como Carracci, Poussin o Le Lorrain, que hicieron de su visión de la Roma en la primera mitad del siglo XVII un género de referencia.

"Naturaleza e Ideal. El paisaje en Roma 1600-1650" puede visitarse hasta el próximo 6 de junio.

La muestra recorre en ochenta lienzos y una treintena de dibujos, la evolución del paisaje como tema menor para pequeños coleccionistas a un género prestigioso, gracias al encargo de grandes lienzos destinados, entre otros, al Palacio del Buen Retiro de Madrid.

Esa metamorfosis que opera en el género Roma en esos cincuenta años se debe, en gran medida, a los viajes y residencias en la "ciudad eterna" de artistas internacionales como el francés Nicolas Poussin, el flamenco Paul Bril, el alemán Goffredo Wals o el español Diego Velázquez, entre otros.

No en vano, de los treinta y tres maestros recogidos en la exposición, dieciocho no son italianos y solo dos nacieron en Roma.

Pero además del esplendor romano para los pintores de la época, existen otros factores que ayudan a comprender por qué el trabajo de aquellos artistas se convirtió en un modelo para los lienzos de los impresionistas, para paletas como las de Turner o Cézanne y hasta para los pintores del siglo XXI.

Las transformaciones del paisaje urbano de aquella Roma del XVII, la difusión de imágenes gracias a las técnicas de grabado, la vitalidad y la luz de la campiña romana a ojos de pintores del centro y del norte de Europa y el éxito comercial de los paisajes proyectaron el género como nunca en el Viejo Continente.

Los cuadros de la muestra -que provienen en su mayoría del Museo del Louvre de París y del Museo del Prado de Madrid, aunque también de pinacotecas como la National Galery de Londres, del Metropolitan de Nueva York, de la colección de Thyssen-Bornemisza o del Museo Vaticano- recogen la naturaleza como otro elemento más en lienzos en los que imperan los motivos bíblicos y mitológicos.

La exposición es un recorrido cronológico que comienza con la naturaleza armoniosamente estructurada de Annibla Carrache, autor de "El sacrificio de Abraham", con la fusión de la tradición flamenca e italiana de Paul Bril ("Paisaje rocoso con Psique y el águila de Júpiter"), y con el realismo minucioso y efectos luminosos de Adam Elsheimer ("Las tres Marías en el sepulcro").

El itinerario se adentra después en la evolución del paisaje boloñés con guiños a la cultura clásica como en las obras de Francesco Albano "L'Albane" o de Domenico Zampieri "Domenichino".

"Mientras que las obras de pequeño formato ofrecen a los jóvenes artistas la posibilidad de obtener ganancias rápidamente, el paisaje florece en los grandes frescos decorativos de las residencias aristocráticas", explican los comisarios de la exposición.

Una vez transcurrido el primer cuarto de siglo, artistas más jóvenes y llegados del norte de Europa como Goffredo Wals, Bartholomeus Breenbergh o Cornelis van Poelenburg introducirán motivos como la melancolía que suscitan sus representaciones de las ruinas de Roma.

También se suman pintores italianos como Pierre Cortone o Salvator Rosa, que aportan paletas más variadas y composiciones más dinámicas.

Será entonces cuando Poussin y Lorrain conviertan una campiña romana idealizada en el marco idóneo y evocador de temas mitológicos y religiosos para llegar a estar considerados como los mejores pintores de la ciudad a finales del primer tercio del XVII.

Sus estilos evolucionarán hacia 1940 hacia una visión más intelectual, como muestra la reflexión matemática de Poussin, que otorgaría una importancia mayor a aspectos como los puntos de fuga o la perspectiva en obras como "Paisaje con el funeral de Foción", que el comisario de la exposición, Stéphane Loire, considera la joya de la muestra.

"Naturaleza e Ideal. El paisaje en Roma 1600-1650" exhibe también una selección de unos treinta dibujos, elaborados esencialmente a pluma, pintados al aire libre y que a veces servían a los maestros como modelo para su transformación en óleos. EFE

jaf/ea

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