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Óscar Niemeyer quita valor a su centenario y agradece los gestos de amistad

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El arquitecto brasileño Óscar Niemeyer, uno de los padres de Brasilia, quitó peso hoy a la celebración de su cien cumpleaños, que "no tiene mucho sentido" y resaltó las pruebas de amistad que recibió de sus amigos.

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"Intento hacerlo lo mejor posible, pensando en este mundo difícil. No soy pesimista, pero sé que el ser humano no tiene mucho sentido para las cosas. Creen importante esta conmemoración de mis cien años, pero lo que vale es la prueba de amistad que estoy recibiendo hoy", declaró el arquitecto ante los periodistas.

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Poco amigo de este tipo de celebraciones, Niemeyer realizó un acto íntimo con familiares, amigos, compañeros y autoridades, en su residencia, la Casa de las Canoas, vivienda de corte modernista que él mismo diseñó en 1951.

Pero, por lo señalado de la fecha, no pudo evitar que una marea de periodistas y fotógrafos lo rodease para captar la imagen del "abuelo" Niemeyer y la de la tarta con el guarismo 100 y una reproducción de una de sus últimas y más famosas obras, el museo de arte contemporáneo de Niterói.

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En esta semana, el arquitecto ha recibido numerosos homenajes.

El pasado miércoles, fue condecorado con la "Legión de Honor" francesa, que homenajeó a un ex exiliado en suelo francés.

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Niemeyer, comunista declarado, tuvo que abandonar Brasil en los años 60 para escapar de la dictadura militar.

En Francia encontró un lugar donde desarrollar su arquitectura de curvas ligeras y sensuales y donde entablar amistades con otros arquitectos y pensadores como Le Corbusier.

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En setenta años de carrera, Niemeyer ha firmado el boceto de al menos 600 proyectos diferentes.

Su conjunto de obras más famoso fue la novísima capital proyectada de Brasil, Brasilia, que vio la luz en 1960 con el impulso del entonces presidente, Juscelino Kubitschek (1956-1961), que bajo el lema "50 años en cinco", quería acelerar exponencialmente el crecimiento del país.

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La construcción de una nueva capital era la piedra angular de este plan, que ansiaba conducir el desarrollo al interior del país.

El urbanista Lucio Costa fue el responsable del diseño del plano de la ciudad en forma de avión.

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Niemeyer recibió el encargo de crear todos los edificios que se levantarían en la capital, desde las viviendas hasta los palacios.

Sorprendió el atrevido diseño de los presidenciales Palacio de la la Alvorada, residencia oficial del Presidente, y el Palacio de Planalto, sede del gobierno.

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La majestuosa sede del Parlamento, con sus torres en forma de H estilizada y dos famosas cúpulas, una de ellas invertida, asombró en la época por su audacia.

La belleza del palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería, y la serenidad del Ministerio de Justicia, destacan junto a la osadía de la catedral, que es la pieza más famosa de la ciudad, de la que él mismo diría "a usted le podrá gustar o no, pero nunca podrá decir que vio cosa parecida".

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El atrevimiento del artista hizo que alguno de sus proyectos, como la mezquita de Argel, nunca saliesen del papel por la resistencia de mentes más conservadoras.

Sí lo hicieron obras maestras como la sede del Partido Comunista Francés, en París, o el museo de arte contemporáneo de Niterói, que recuerda una nave espacial sobre un acantilado, vecino a Río de Janeiro.

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